Jesús, nuestra relación ya está siendo tóxica

Jesús, la verdad no me hubiera gustado tener esta conversación contigo. Y te lo digo en serio, porque nuestra relación comenzó como un cuento de ensueño: ascenso, trofeos, jugadores en selección nacional, títulos de goleo y muchas cosas más.

Pero con el tiempo las cosas cambiaron, lamentablemente para mal. Ese equipo que con tanto orgullo presumías se volvió intermitente, y hoy apenas pelea en media tabla.

Las promesas incumplidas pesan: el nuevo estadio, las remodelaciones de primer nivel… todo quedó en palabras. Incluso con los jugadores pasó lo mismo. A Jean Meneses no le diste la cara en su salida, y a un bicampeón como Jonny Magallón lo traicionaron unas negociaciones mal llevadas que lo empujaron a dejar el club.

Lejos quedó esa época en la que cerrabas fichajes en “diez minutos”, cuando tu teléfono sonaba porque todos querían venir al León. Hoy, hasta futbolistas de segunda división en España rechazan jugar en el ocho veces campeón de Liga MX.

Y cómo olvidar el tema del Mundial de Clubes. Nuestro sueño más grande se vino abajo por los malos manejos de Grupo Pachuca. La multipropiedad, esa misma que parecía fortaleza, terminó arruinándolo todo.

Quizá esta historia pinte para no tener un final feliz, porque el ambiente entre ambas partes se ha tornado tóxico: tu silencio y los insultos de cierto sector de la afición lo reflejan. Pero si queremos, todavía puede tener un cierre digno.

La afición siempre recordará lo bueno, aunque nunca olvidará lo malo. Por eso toca dar el paso correcto, por el bien del León, de su gente y de la historia que aún falta por escribir. Yo, como aficionado, quiero quedarme con lo bueno, no con lo amargo.