Una derrota necesaria para el Club León

El Club León estaba enrachado. El equipo llegaba al duelo del fin de semana como el superlíder de la Liga MX con ocho triunfos y dos empates en diez partidos. Pero en vez de que esta tendencia le infundiera al cuadro esmeralda la confianza propia de los ganadores, pareció encarar al grupo con una certeza inevitable: que todas las rachas invariablemente tienen que llegar a su fin.
Y es que para los fanáticos esmeraldas era fácil dilucidar que los buenos resultados que hasta ahora presentaba el equipo estaban basados más en el rendimiento individual de algunos de sus futbolistas que en el dominio total de los partidos.
De hecho, de la mano de Eduardo Berizzo y James Rodríguez, el León apostó claramente a un estilo de juego más vertical que desprecia las posesiones largas para priorizar los contragolpes vertiginosos, aprovechando los descuelgues rápidos por las bandas y la capacidad de Jhonder Cádiz para pivotear y dejar a los mediocampistas de cara al gol.
Debido a esto, y durante los once partidos disputados por el Club León hasta el momento, en ninguno lograron imponerse en el porcentaje de posesión de la pelota. De hecho, son el cuarto equipo con menor posesión de toda la Liga MX con un promedio de 43.9%, sólo por encima de Mazatlán, Puebla y Querétaro.
Y aunque esta es la manera que los verdes encontraron para hacer más daño a sus rivales y les funcionó al grado de llevarlos hasta el liderato de la competencia, no parecía sostenible, sobre todo debido al hecho de que ceder el balón te deja vulnerable a los ataques rivales, y de los once encuentros disputados hasta ahora en el torneo, León sólo registró mayor disparos a gol que su rival en cuatro.
A pesar de esto, los esmeraldas lograron sacar los partidos adelante, aunque ya daban claras señales de alarma con duelos en los que el dominio de los rivales era evidente y con triunfos rescatados sobre la hora como ante Tijuana o San Luis.
Al final, el invicto terminó ante el último lugar de la tabla general, un Santos Laguna que poco a poco da señales de vida, y que sí logró aprovechar las debilidades exhibidas por la Fiera.
Sin embargo, a pesar del dolor de perder el invicto, este quizás sea el mejor momento que tenían los verdiblancos para caer derrotados.
Hoy, el León de Berizzo tiene aún seis jornadas por delante para corregir los problemas que venían mostrando, sobre todo de cara a la recta final y la liguilla, dónde errores como una expulsión o un gol en contra en tiro de esquina en el tiempo de compensación pueden costarte la eliminación.
Y es que poco a poco, la Fiera se acerca a la parte importante del año, ese periodo entre mayo y julio en el que se jugará el prestigio en unos cuantos partidos, así que más que una decepción, la derrota era necesaria en este momento para plantar los pies sobre la tierra, corregir el rumbo y despegar nuevamente, ahora sí con el campeonato en la mira.