Un día diremos: "yo vi jugar a Rodolfo Cota"

Podríamos hablar de la evidente mejora del equipo, del control del medio campo o de las ordinarias pero constantes llegadas de peligro generadas por los esmeraldas.
O podríamos hablar de la falta de creatividad a la ofensiva, de la falta de vértigo y las pocas variantes al frente; o de como por intentar rescatar un empate en casa, Monterrey casi se lleva el triunfo.
Podríamos hablar de tipos que volvieron a destacar, como Santi Colombatto, Fidel Ambriz, el capitán Stiven Barreiro o hasta William Tesillo, con el asterisco del penal.
O podríamos hablar de quienes dieron un partido más gris, como Meneses, 'Avión' Ramírez, Mena; o hasta de quienes pasaron desapercibidos, como Fede Martínez o, por enésima vez, Santiago Ormeño.
Podríamos tocar el tema de las rotaciones, del calendario que le viene al equipo, de los descansos para algunos titulares, la sobrecarga de otros, las oportunidades para ciertos suplentes, o la falta de minutos para jóvenes que no se apelliden Ambriz.
Podríamos hablar del descontento de la afición, de cómo el Nou Camp se vacía cada vez más, de cómo el equipo ya no despierta el furor masivo que sí provocaba antes, o hasta podríamos debatir si de verdad queremos de vuelta a los desapasionados que se suben al barco solo en liguillas y finales, o mejor nos quedamos con los fieles que disfrutan sufrir y que aguantan los temporales siempre.
Incluso podríamos hablar del rival, de la crisis que viven los Rayados, del posible regreso de Vucetich, de la sequía de Funes Mori, del bajón de Luis Romo, de la volatilidad de Maxi Meza o de la seguridad de Andrada.
Podríamos irnos directamente a analizar al próximo rival, unos Bravos de Juárez que de Bravos apenas conservan el nombre, y que milagrosamente pudieron rescatar un empate en Puebla disparando solo dos veces a al arco en todo el partido.
Si a esas vamos, podríamos comenzar a pensar en Seattle, en que debutaron con derrota en la MLS este fin de semana, y en si deberíamos cuidar jugadores el viernes pensando en la Concachampions el martes.
Podríamos hablar de todo eso y muchas cosas más, pero todo sería un desperdicio. Hoy, lo único de lo que vale la pena hablar, es de Rodolfo Cota.
El arquero esmeralda no solo detuvo el penal de último minuto y el remate a quemarropa de Joel Campbell, sino que antes ya le había ganado un mano a mano a Funes Mori, erigiéndose una vez más como el mejor futbolista del Club León, y transformando sus intervenciones directamente en puntos para la causa esmeralda.
Y no es la primera vez, porque en esta racha de cinco partidos sin derrota, Cota ha sido el principal argumento sobre el que se sostienen los resultados y hasta su técnico.
Quizás deberíamos hablar de que no es sano que el portero sea el protagonista, de que no podemos depender tanto de él, o de que sus buenas intervenciones evidencían a la vez los fallos defensivos, pero no lo haremos hoy.
Hoy nos dedicaremos únicamente a reconocer al mejor portero del mundo que para en el Club León, y que nos recuerda partido a partido que llegará un día en el que sentaremos a nuestros hijos en nuestro regazo, y les diremos con un dejo de nostalgia: “Así es, yo vi jugar a Rodolfo Cota”.