'Romita' Rojas: Nacido para atravesar el infierno

Fue una etapa complicada, tal vez la más complicada de sus 75 años de historia. El Club León pasaba una injusta penitencia en los infiernos de la segunda división, y para hacerlo más doloroso, siempre se quedaba en la orilla, en un coqueteo insufrible con un ascenso que nunca terminaba de concretarse.
Esa etapa, inmediatamente después del descenso en 2002, debe haber sido la más complicada para emerger desde las fuerzas básicas. Entre fracasos, decepciones y desesperación, quedaba poca paciencia para los jóvenes canteranos, que no tenían más remedio que agachar la cabeza y huir de esa bola de fuego que se llamaba Club León... a no ser que fueras diferente.
“Al final siempre era ascender. Quedar campeón no bastaba para el sentir de la gente”, recuerda Juan Carlos “Romita” Rojas, uno de los pocos jóvenes que aguantó el calor de la plaza, que no sucumbió ante las continuas derrotas, y que se aferró a su calidad y su temple para despegar, en una época en la que todo tiraba para abajo.
Originario del vecino municipio de Romita, Juan Carlos realizó todo su proceso de fuerzas básicas en el cuadro verdiblanco, y fue en esos primeros años cuando se dio cuenta de la conexión mística entre el equipo esmeralda y su pueblo fiel.
“A mí me tocó el descenso ya estando en fuerzas básicas, en un partido contra Veracruz. El equipo desciende en 2002 y yo debuto en 2005. Esos años en fuerzas básicas me di cuenta del cariño que le tenía la afición al equipo. Año con año se perdían finales, no se podía ascender, incluso yo iba al estadio y veía el sentir de la gente como aficionado, entonces eso también fue motivante para sobresalir y dar mi máximo esfuerzo y llegar al primer equipo”.
Al final, la “Pájara” Juan Carlos Chávez apuesta por él, y le da el empujón que necesitaba para asentarse en el profesionalismo.
“Juan Carlos Chávez me debuta contra Cruz Azul Oaxaca de visita. Incluso me cayó de sorpresa porque el que estaba jugando de lateral lo expulsaron, y el suplente creo que estaba lesionado, entonces a mí me mandan llamar de la segunda división, que eramos filial, y ahí me toca aparecer, incluso de titular, se dio por sorpresa”.
Así, con 21 años cumplidos, se establece de pronto como un titular indiscutible en la linea defensiva esmeralda, y aunque se convirtió en uno de los favoritos de la afición por su entrega y su descaro, también comenzó a sufrir la presión del inalcanzable ascenso.
“Fue difícil. La gente año con año se volvía a decepcionar del equipo. Por eso nosotros teníamos que ser muy maduros mentalmente, porque no nos podíamos caer, sentíamos que habíamos fracasado pero igual al siguiente año teníamos otra oportunidad. Entonces tenías que ser consciente de eso y maduro mentalmente para sobreponerte. Responsabilidad, carácter, compromiso, actitud, es una serie de cosas que te tienes que forjar en tu estancia en el equipo”.
Esos fracasos tuvieron su punto más alto en el Clausura 2008, cuando el León de Sergio Bueno cayó en la final de ascenso frente a los Indios de Ciudad Juárez, una derrota que marcó un antes y un después en el plantel de la Fiera.
“Ese era nuestro momento, el equipo llegaba bien, desgraciadamente no se cumplió el objetivo. Creo que hubo un factor importante que influyó para que el equipo no ascendiera, y fue la falta de responsabilidad de la directiva en ese momento. El equipo sí estaba comprometido pero la directiva de Grupo Pegaso no. Batallamos mucho con sueldos, con canchas para entrenar, con ropa para entrenamientos. Ellos decían que estaban comprometidos pero no era así. Y me dolió mucho el no haber conseguido el objetivo porque todo el equipo y la afición estábamos muy metidos, pero la directiva no”.
Ese último intento fallido fue también la despedida del “Romita” Rojas, que continuaría su camino en la primera división mexicana.
“A mi me hubiera gustado seguir aquí en el León, desafortunadamente por la directiva que teníamos en ese entonces yo no me quise quedar, porque no era seria. Entonces sale la oportunidad de Pachuca, y ahí tomé la decisión de ir para allá. La primera división era un crecimiento personal y profesional para mí. Ya en el siguiente draft se comunica conmigo Andrés Fassi para decirme que si estaba interesado en pertenecer al club, y yo le dije que sí. Pero fue la directiva de Grupo Pegaso lo que me orilló a salir del equipo, si no, yo con mucho gusto hubiera seguido acá”.
En Pachuca continuó su progresión, y terminó por convertirse en un titular indiscutible de los Tuzos. Fue parte del plantel hidalguense que perdió la final del Clausura 2009 frente a Pumas, pero saldría campeón de la Concachampions 2009-10 y jugaría el mundial de clubes. Para 2012, se había consolidado como un futbolista de primera división, y fue entonces cuando le llamó la sangre.
“Para la final de ascenso contra Correcaminos yo estuve en el estadio, porque estaba de vacaciones acá y fui al estadio a presenciar el partido, y vi toda la emoción y el sentir de la gente. La siguiente semana regreso a Pachuca cuando es el draft, y ahí se comunican conmigo Jesús Martínez Murguía y Gustavo Matosas para ver si tenía interés de venir para acá. Y me llegó otra vez la alegría de volver al equipo de mi ciudad, de mis amores, imagínate, sentir un cosquilleo en el estómago de regresar”.

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A pesar de no haber sido parte de la travesía por el ascenso, sí pudo disfrutar de la euforia colectiva del regreso a la primera división con el equipo de su tierra, un privilegio que todavía atesora.
“Desde el primer partido que fue en Querétaro que lo ganamos, desde ahí se sintió la gente que fue con todo a apoyar, y ya cuando fue el partido aquí de local, en primera división, con el estadio lleno y con el equipo al que quieres, fue una sensación muy padre”.
El León apareció como un meteoro en el máximo circuito, y dejó un cataclismo en la liga con su futbol ofensivo y goleador.
“Para todos fue sorpresa que el equipo jugara así, porque era un equipo muy dinámico, muy vertical. Y sobre todo había muy buen compañerismo dentro del vestidor, todos eran muy humildes, trabajadores, y aparte tenían mucha calidad, aunado con lo explosivo que era el equipo y la idea del entrenador, se volvió muy espectacular el equipo, que fue lo que sorprendió en la liga”.
Pero esto no evitó la caída. Para el Clausura 2013, tras haber alcanzado las semifinales y haberse clasificado a la fase previa de la Copa Libertadores, vino el golpe de realidad, se comenzaron a sumar derrotas y la tensión comenzó a crecer. Los resultados no se daban y fue entonces cuando se dio su enfrentamiento con Gustavo Matosas, un punto de inflexión que alteró el curso de su carrera.
“Al principio fue todo bien, pero en el segundo torneo, por los malos resultados y el accionar del equipo, ahí pues a veces uno también se presiona y pierde la cabeza, que fue lo que pasó con Gustavo. Fue en un entrenamiento donde tuve diferencias con él en algunas cosas que no me parecían, incluso lo que salió en la prensa fue mentira, que había llegado tarde y en estado de ebriedad, eso fue mentira, lo que realmente pasó fue que hubo diferencias con él en un entrenamiento, discutimos, nos hicimos de palabras, y ahí fue donde él tomó la decisión de separarme del equipo y no aparecer ni siquiera en los partidos de la sub-20. Me separó completamente del equipo, ya nomás iba a los entrenamientos sin poder participar en juegos oficiales”.
A pesar de que sabe que pudo incurrir en una indisciplina, el “Romita” cree que la reacción del técnico uruguayo fue exagerada.
“Sentí impotencia, coraje de no jugar y que me pasara lo que me estaba pasando. No alabo mi reacción, pero tampoco creo que la de él estuvo bien, entonces a mí se me castigó de más, creo, se fue injusto conmigo”.
Luego de ese incidente ya no volvería a jugar para el León, y todavía sufriría un accidente automovilístico que no ayudaría a mejorar su imagen. Es por eso que al final de ese Clausura 2013 regresa a Pachuca llamado por su excompañero y ahora técnico Gabriel Caballero. Con los Tuzos estaría seis meses, antes de recalar en los Jaguares de Chiapas, requerido por un viejo conocido: Sergio Bueno. Ahí, en un choque con Omar Bravo, se rompe los ligamentos de la rodilla, y tras un año y medio de recuperación, decide cortar su vínculo con Jaguares y aceptar la oferta de la nueva franquicia de Ciudad Juárez, los Bravos.
En la frontera viviría un nuevo idilio, y sería parte fundamental de los primeros logros del equipo. En su primer torneo, sorprendentemente, los Bravos salen campeones, y la cosa pintaba bien, pero no pudieron coronar su gesta con el ascenso, y al final, sintió que era hora de decir adiós.
“En Juárez, el primer torneo salimos campeones, pero en el segundo tenemos un bajón y no calificamos. Nos preparamos para la final de ascenso, que fue contra Necaxa, y nos tocó perderla, asciende Necaxa. Al segundo año volvemos a empezar, el equipo anda bien pero perdemos la final, y al siguiente torneo perdemos también la final. Se cumplen los dos años, y al final del cuarto torneo, cuando acababa mi contrato, empiezo a sentir fascitis plantar, ya no podía apoyar mi pie, los entrenamientos eran muy dolorosos, y esa fue una de las causas que me orillaron a dejarlo. Además ya no quise buscar equipo, dije: 'Ya es el momento de decir adiós al futbol profesional y enfocarme en otra cosa'. Eso fue para finales del 2017, noviembre o diciembre de 2017”.
Ahora, tras haber realizado el curso para director técnico en la Federación Mexicana de Futbol, comienza su nuevo camino como formador en el proyecto de la Cantera Chivas, aunque no esconde que su meta a largo plazo es sentarse en los banquillos del Nou Camp.
“No descarto la posibilidad de entrenar, ir escalando poco a poco, e incluso llegar a un primer equipo aquí en León. Sería genial estar dirigiendo al León en primera división, imaginate, primero de jugador y luego como entrenador, sería algo genial también”.
Al final, ya con la nostalgia y la melancolía a flor de piel, mira hacia atrás, y admite que hubiera dado todo por cambiar el enfrentamiento con Matosas que truncó su epílogo en el Club León.
“Me arrepiento de haber tenido mi problema con Gustavo, eso me hubiera permitido estar más tiempo aquí en el equipo en primera división, cerca de mi familia, en el equipo donde me formé, con la gente que me aprecia, toda la afición, en el equipo de mis amores. Y de eso me arrepiento, de mi problema con Gustavo”.
Pero nadie le platicará nada. Juan Carlos “Romita” Rojas surgió en medio de la etapa más complicada del equipo, se forjó en el infierno de segunda, y tuvo que sufrir para salir y triunfar en el máximo circuito. Volvería para el regreso a primera, para fundar lo que sería la base de los logros venideros, pero el temperamento lo traicionó en el peor momento, y lle trajo consecuencias irreparables.
Así es el destino, caprichoso y enfadado, pero en la memoria colectiva verdiblanca quedarán implantadas para siempre sus incursiones por la banda derecha, el descaro de un chico de veintiún años surgido de la cantera cuando nadie esperaba nada, y que supo ganarse a una fanaticada exigente y decepcionada que lo único que pedía era entrega e ilusión. Y eso fue precisamente lo que les ofreció el “Romita” Rojas.
“Agradecimiento para toda la gente y la afición de León, que siempre me mostraron apoyo y cariño durante toda mi carrera, y creo que también yo se los supe devolver con futbol, con entrega y con actitud”.