Razones para confiar en el repunte

Tenemos tiempo. El León apenas ha jugado cinco partidos de los 17 de la temporada regular, por lo que todavía tiene 36 puntos en juego. Es cierto que los verdes deberán competir en dos torneos, pero antes de que inicien los octavos de final de la Concachampions a principios de abril, tienen todavía seis partidos de liga; 18 puntos que pueden cambiar drásticamente la situación esmeralda. Y por si fuera poco, debemos recordar que en la Liga MX califica hasta el doceavo puesto a la liguilla, así que quizás es muy pronto para darlo todo por perdido.
Tenemos plantilla. Es cierto que el plantel denota cansancio, estrés, y por momentos hastío. Pero es el mismo equipo que nos llevó al campeonato; son los mismos jugadores que en los últimos dos años nos regalaron espectáculo, el invicto y hasta la octava. Su talento no se ha perdido, está ahí, escondido entre la 'campeonitis' y la frustración, y solo hace falta traerlo de vuelta.
Recuperamos lesionados. De arranque, sin pretemporada y con tipos como Ángel Mena, Yairo Moreno o Fernando Navarro lastimados, era natural que se sintiera un bajón. Los tres apenas vuelven y poco a poco toman ritmo de competencia, pero significan esperanza, porque si los tres recuperan su máximo nivel, son capaces de darle al Club León el impulso necesario para regresar a ser el mejor equipo de todo el país.
Tenemos a Ignacio Ambriz, que no es poca cosa. El técnico esmeralda ha demostrado en el pasado su capacidad para manejar a este equipo, para mover sus piezas y para exprimir el máximo rendimiento de sus futbolistas. Hoy León ligó dos derrotas consecutivas en la fase regular de la Liga MX por primera vez desde el 22 de septiembre del 2018. En esa ocasión el León ligó derrotas frente a Pumas y Santos, y la directiva despidió a Gustavo Díaz para contratar a Ignacio Ambriz, su mejor decisión de los últimos tiempos. Y Ambriz debutó con derrota frente a Lobos BUAP en una noche lluviosa en el Nou Camp, y llevó la racha a tres derrotas consecutivas. Desde entonces Nacho no había enfrentado una seguidilla de derrotas como esta, así que deberá demostrar que es un gran técnico no solo en medio de la bonanza, sino también para salir de las malas rachas.
Y por último y lo más importante, tenemos fe. Fe en que Ignacio Ambriz, el genio que nadie esperaba, vuelva a resurgir de en medio de todas las críticas. Fe en que Luis Montes regrese a ser el dictador del medio campo. Fe en que Víctor Dávila se convierta en el nueve que tanto esperamos. Fe en que Iván Rodríguez recupere la intensidad, la inteligencia y el sacrificio que lo llevó hasta la selección mexicana. Fe en que el equipo vuelva a sentir el fuego que les hacía latir el corazón cuando saltaban al campo enfundados en la casaca esmeralda para medirse ante cualquier enemigo.
Este grupo de futbolistas, cuerpo técnico y directiva se ganó nuestra lealtad, y dos derrotas en liga no la pondrán a prueba. Confiemos; es lo único que nos queda.