'Pachuco' López: La leyenda del “Rey del Chanfle”

El sol cae inclemente sobre las gradas atestadas del recién inaugurado estadio Nou Camp. Esta tarde, el Club León se enfrenta al River Plate, que un día antes estrenó la cancha frente al Santos del rey Pelé. Es el minuto 80, y los “Millonarios” y los “Esmeraldas” están empatados a dos goles. De pronto, uno de los argentinos golpea a un futbolista leonés, y el silbante pita falta y tiro de castigo a las afueras del área.
De inmediato, el Nou Camp reacciona. Tres silbidos se escuchan al unísono en todo el estadio, tres tonos que sirven para identificar al cobrador oficial. Entonces, desde el medio campo, se acerca la figura de un centrocampista enérgico y envalentonado, que toma la pelota, la acomoda y da unos pasos hacia atrás. Para ese momento, los silbidos ya se han convertido en gritos: “Pachuco, Pachuco, Pachuco”, suena en el reluciente “Coloso” del López Mateos.
Y el “Pachuco” responde. Se encarrera rumbo a la pelota, con la pierna derecha más educada de México. Sin haber estudiado nunca física ni trigonometría, sabe exactamente donde debe golpear el esférico para que el ángulo de caída lo lleve a besarse con la red. El balón, dirigido como por la gracia de dios, supera a los incrédulos gauchos de la barrera que solo sirven como testigos, se escapa de las lejanas manos del histórico cancerbero millonario, Amadeo Carrizo, pega en la cara interna del poste izquierdo y se incrusta en la portería. Lo ha vuelto a hacer, el “Rey del Chanfle” ha vuelto a reinar en el Bajío, y el León de México ruge por primera vez en el “Glorioso”.

Foto @MemoriaFutbol_
Este mismo escenario, pero con diferentes contrincantes, lo vivieron las tardes esmeraldas a lo largo de más de 15 años, de 1956 hasta 1971, cuando la derecha más precisa de México jugó en León. Se trataba de Manuel “Pachuco” López, saltense de corazón y verdiblanco en el alma, y uno de los futbolistas más talentosos que llegaron a vestir la casaca de la Fiera.
A pesar de haber nacido en la localidad de Xoconostle, perteneciente al municipio de Dolores Hidalgo en Guanajuato, migró desde muy chico a El Salto, Jalisco, donde se instaló junto a su familia. Ahí, comenzó a destacar en las filas del Atlante de El Salto, hasta que en 1956 llama la atención de otro saltense de nacimiento y leyenda esmeralda, Luis Luna, quien lo convence de acompañarlo a León para buscar un lugar en el equipo verdiblanco.
“Me invitaron a hacer pruebas en 1956, y nos quedamos aquí. Tenía 19 años de edad. Tuve que esperar medio campeonato, y debuté contra el Guadalajara, y de ahí para acá, siempre fui titular”, platica el propio “Pachuco”, que a pesar de los años y de la reciente operación a la que se sometió, mantiene la lucidez y el orgullo por su historia con el conjunto verde.
“Yo empecé como centro delantero, me moví a interior, y fui bajando a la contención. Yo no paraba. Mis pases eran bombeaditos, les ponía yo más de medio gol”, recuerda don Manuel, y añade: “Yo casi siempre jugaba primero, anticipándome, siempre adelante del que iba a recibir la bola”.
Pero a pesar de su calidad y entrega, le tocó la etapa equivocada. A lo largo de los 14 años en que prestó sus servicios a la causa esmeralda, el “Pachuco” apenas y pudo celebrar un título. Debutó en 1956, justo después de que el Club León conquistara su cuarto título de liga, y le tocaría vivir una etapa de transición en los sesentas, donde las campeonísimas Chivas dominaron el futbol mexicano, y donde el León vio como su generación dorada, los Marcos Aurelio, Alfonso Montemayor, Antonio Battaglia, Luis Luna, Oscar Nova u Oswaldo Martinolli, se retiraban de las canchas para dar paso a una nueva camada de jóvenes futbolistas.
En esos primeros años de los sesentas, el León dejó de ser uno de los protagonistas de la Liga Mayor para pasar a ocupar lugares menos destacados. Desde 1960 hasta 1966, el cuadro verdiblanco terminó entre los puestos quinto y noveno de la tabla general, muy lejos de sus mejores épocas.
Pero también durante esa etapa, el “Pachuco” siempre destacó como uno de los elementos más peligrosos de la Fiera, y como prueba, están las leyendas de su pierna superdotada, con la que le marcó a algunos de los porteros más destacados de su tiempo.
Recuerda con nostalgia sus goles contra el español Florentino López, leyenda del Toluca y “uno de los mejores arqueros de la década de los sesenta” para el historiador del futbol mexicano Carlos Calderón; o también los tantos que le hizo al mítico Walter Ormeño, el “Gigante de Ébano” peruano que defendió las porterías de América, Atlante o Morelia; o inclusive su rivalidad con Salvador Mota, arquero-entrenador del Atlante, quien en una ocasión le habría puesto una barrera con nueve jugadores y el que sobraba en el poste para intentar evitar su disparo con chanfle, estrategia que por poco resulta inservible, porque el “Pachuco” le puso el balón en el poste.
“En El Salto, a la edad de 14 años siempre le tirábamos a la puerta, pero le apuntábamos al travesaño, yo creo que eso me ayudó mucho. Hasta a mí me daba miedo donde metía los goles, había veces que nomás era un momento, de repente”, rememora don Manuel en el sofá de su casa en la colonia Deportiva 1, en un último intento por explicar de donde venía el pie tan educado que presumía, y que terminaría de explotar en la temporada 1966-67, bajo las órdenes del argentino Luis Grill.
Con él en el banquillo, el Club León armó un equipo completamente mexicanizado, sustentado en el talento de las canteras de Guanajuato y Jalisco, y con tipos como el propio “Pachuco”, el “Chino” Estrada, el “Xelajú” Anaya o “Chavicos” Enríquez como punta de lanza.
Esa campaña, el León se coronó campeón de la Copa México frente a las Chivas de Guadalajara en el estadio Azteca, y levantó el único título que Manuel “Pachuco” López celebró en su carrera, y del que fue pieza clave para su consecución.
Además, en febrero de 1967, estuvo presente en la ya mencionada inauguración del Nou Camp frente a River Plate, donde marcó el gol de la victoria al minuto 80', y frente a Amadeo Carrizo, el mejor portero sudamericano del siglo XX según la IFFHS.
Entre tantas anécdotas, el “Pachuco” reacciona y recuerda otra. “Yo jugué contra Pelé aquí en el Nou Camp”. Fue en mayo de 1970. Brasil se preparaba para jugar el mundial que se llevaría a cabo en México, y jugaron un amistoso contra la Fiera en el “Glorioso”. La “Canarinha” que apenas un mes después se proclamaría campeona del mundo, derrotó al León por 5 – 2, con dos goles del rey Pelé, y tantos de Rivelino, Tostao y Paulo César.
Fue una de sus últimas alegrías como futbolista esmeralda. A sus 34 años, ya no sería tomado en cuenta por el Club León, y recibió una última llamada de Luis Luna, en ese entonces técnico de la Unión de Curtidores en Segunda División. Así, en 1971, tras una única temporada en Curtidores y ya con 35 años cumplidos, decide dejar el futbol profesional y el “Pachuco” López se retira de las canchas.
Hoy, con 83 años de edad, don Manuel superó una intervención médica que puso su vida en riesgo al abrirle literalmente la cabeza. Pero aún con la cicatriz expuesta y con las puntadas todavía visibles, sonríe, hace memoria, y describe los que seguramente fueron los momentos más felices de su vida.
“La gritería, los gritos: 'Pachuco, Pachuco, Pachuco'. Desde antes, cuando ponía el balón, y casi siempre los metía. Eso es lo que más recuerdo”.