Oye Tigres, no somos los mismos

Oye Tigres, ¿recuerdas la última vez que nos vimos las caras en la liguilla? Seguro que la recuerdas. Esa noche levantaste tu séptimo título de liga en nuestra cancha. Nos derrotaste tirado atrás, defendiendo tu mísera ventaja, con más miedo que valentía. Y no es queja, ya sabemos que el futbol tiende a ser así, injusto.
Porque entonces fuimos el mejor equipo de México. Ganamos doce veces consecutivas. ¡Doce! Fuimos superlíderes, la mejor ofensiva y la mejor defensiva. Tuvimos al mejor goleador y al mejor asistidor. Todos nos vieron el polvo.
Pero es cierto que llegamos golpeados a la liguilla. Sin Macías, sin Rubens, con José Iván tocado, con Mena que se lesionó.
Y para cubrir las bajas tuvimos que recurrir al banquillo, un banquillo en el que brillaban Vinicio Angulo, Iván Ochoa o Juan José Calero. Eso lo explica todo.
Pero esta vez las cosas serán diferentes. Lo sabemos. Es cierto que no llegamos como superlíderes como aquella vez, pero llegamos con Mena enrachado, con Dávila encendido y con Omar Fernández inspirado.
Y ahora, si las cosas no funcionan, si las lesiones nos golpean, si los espacios se nos cierran y si las ideas nos eluden, volteamos al banquillo y ahí están el capitán eterno Luis Montes o el motor de creatividad Fernando Navarro. Ahí podemos recurrir a Jean Meneses, al 'Avión' Ramírez, a Fidel Ambriz. Y hasta Emmanuel Gigliotti y Santiago Ormeño son opciones de mucha más jerarquía y calidad que Vinicio o Calero.
Pero más que nada, esta vez llegamos con el ánimo a tope. Tenemos confianza en nuestro equipo y fe en nuestro entrenador. Hemos ganado goleando y hemos ganado sufriendo, pero como sea, seguimos ganando. No le tenemos miedo a nadie, y mucho menos a ti.
Porque deseábamos enfrentarte, Tigres. Queremos la revancha. Sabemos que no es una final, pero queremos eliminarte, bajarte de esa nube en la que viviste en la última década, y demostrarte que tu época terminó, y que por historia y tradición, nosotros somos mejores y más grandes.
Te veremos en tu casa, y hablaremos en la cancha. Pero ándate con cuidado, porque te advertimos que no somos los mismos de la última vez.