Nunca olvidaremos a La Martinica

En medio del furor que ha dejado en la ciudad el campeonato de liga y las expectativas de un nuevo torneo internacional, aún hay un pequeño espacio por el que se cuelan los recuerdos del pasado que forjaron la historia del equipo más importante de León, Guanajuato.
Así, y casi sin que nadie se lo esperara, el Club León celebra este tres de febrero de 2021 el 75 aniversario de la inauguración del estadio San Sebastián, mejor conocido como La Martinica, donde la Fiera sentó las bases que los ayudarían a posicionarse como uno de los mejores equipos de fútbol de todo el país, y que fue el único recinto que albergó a los tres equipos profesionales de la ciudad.
De acuerdo con información del cronista de la ciudad de León, Luis Alegre Vega, la historia comienza en 1945, cuando un segundo equipo leonés fue admitido en la Liga Mayor: el San Sebastián de León.

Foto Archivo de la familia Rivas
El equipo era propiedad de los empresarios leoneses Alberto Guerra y Carlos Obregón, quienes además de formar la franquicia, comenzaron la construcción de su propio estadio, que llamarían estadio San Sebastián, aunque después tomaría el nombre de la zona donde fue levantado: La Martinica.
En ese entonces, el Río de Los Gomez era prácticamente el límite de la ciudad, por lo que el estadio estaba en las afueras, rodeado por nada más que plantíos y tierras de siembra, y a pesar de que la construcción comenzó en 1945 y fue rápida, el recinto no estuvo finalizado a tiempo para el debut del San Sebastián, motivo por el que los 'Santos', como fue apodado el nuevo conjunto, comenzaron alternando sus partidos de local junto al Club León en el estadio Enrique Fernández Martínez.
Finalmente, el tres de febrero de 1946, el inmueble estuvo listo y fue inaugurado frente al América con un empate a unos, con goles de un jugador apellidado Palos para el San Sebastián, que fue el primer anotador de la historia del inmueble, y de Octavio Vial para los Cremas.
Esa primera versión del estadio contaba solo con dos tribunas laterales de concreto, sin cabeceras, y tenía capacidad para albergar hasta nueve mil asistentes, que aunque hoy pueden parecer muy poco, ya superaban por casi el 50% la capacidad del estadio Fernández Martínez.
En ese entonces, el San Sebastián jugaba los domingos al mediodía, y cobraba entre $4.50 pesos para la zona Numerada, $2.50 para Preferencia y $1.50 para Sol. Después se instaló una grada de madera exclusiva para niños en una de las cabeceras, donde se cobraban 25 centavos. Esto cuando en 1946 el salario mínimo diario en México era de $4.50 pesos.
El San Sebastián actuó como local en su estadio desde febrero de 1946 y hasta su desaparición en 1958, pero debido a sus malos resultados deportivos, que los vieron convertirse en el primer descendido de la historia en 1951, y a la posterior mudanza del Club León, su arraigo con el recinto no fue tan fuerte.
Por su parte, el Club León adoptó el estadio luego de conseguir su primer campeonato de Liga Mayor en la temporada 1947-48, principalmente debido a su más grande aforo, por lo que fue en ese estadio en el que consiguieron el bicampeonato de la temporada 1948-49, y posteriormente dos títulos más en la 1951-52 y en la 1955-56.
Ya después del descenso del San Sebastián y tras el campeonato de la Fiera en la 1951-52, la gente dejó de llamar al inmueble Parque San Sebastián y lo rebautizaron en el ideario colectivo como estadio La Martinica.
Para 1956, el León compró el recinto con apoyo de una empresa cervecera, lo que también trajo nuevas remodelaciones que terminaron con la construcción de la cabecera poniente, la contraria al Malecón del Río, y que aumentó su capacidad hasta los 17 mil aficionados.
Finalmente, luego de celebrar tres títulos y un subcampeonato, el León se mudaría en 1966 a su nueva casa, el estadio Nou Camp, y el Unión de Curtidores renació para reclamar La Martinica como su nuevo hogar.
En 1967, justo tras la marcha del León, los Curtidores surgieron en la Segunda División y ocuparon el recinto hasta 1974, cuando ascendieron por invitación al máximo circuito. Sus dos primeras temporadas en primera las jugaron junto al León en el Nou Camp, pero para la 1976-77 regresaron a la Martinica y ahí se quedarían hasta 1987, cuando la última franquicia curtidora en Segunda División fue finalmente traspasada.
Después diversos equipos locales de Tercera División ocuparon el viejo estadio, como el Unión-León, el Atlético Ecca o el Garra Leonesa, aunque las malas condiciones del inmueble solo dejaron disponible la tribuna de sombra que daba a la calle Antonio Carbajal, antes Olimpo. Finalmente se disputó el último partido profesional en 2011, y el último encuentro amateur en 2015, hasta que las obras de demolición comenzaron el 22 de marzo de 2017.

Foto Guadalupe Becerra
Ahora, lo único que queda del aquel mítico estadio son los escombros y las ruinas de un fútbol pasado, lleno de ídolos invencibles y de anécdotas increíbles. Su tierra esteril aún atesora las pisadas del 'Dumbo' López, de Antonio Carbajal o hasta del ídolo brasileño Mané Garrincha y su Botafogo estelar. Los viejos seguirán recordando aquellos clásicos hostiles entre el Curtidores y el León que casi derrumbaban el propio estadio, o aquella vez que se cayó la tribuna de madera de los niños y aplastó las bicicletas de los tristes zapateros que solo querían ver un partido de fútbol.
Todo eso ya se fue, pero lo que no se irá nunca son las memorias, porque podrán pasar los años, podrán tirar el cemento, pero nosotros nunca olvidaremos a La Martinica.