Nos remontaron, pero no hay que perder la fe

No hace falta describir la sensación de que te remonten un partido en el descuento. La realidad es que si tienes corazón y te corre sangre por las venas, y además esa sangre es esmeralda, entonces viviste el mismo sufrimiento y la misma frustración que los miles de aficionados que nos dejamos engañar por el golazo de Jean Meneses.
Porque para recomponer el camino, debemos entender primero que ese tanto y ese efímero sentimiento de gloria fue apenas un oasis en el desierto de Nuevo León, donde los verdes creyeron haber encontrado el paraíso, sin saber que estaban parados sobre un volcán a punto de hacer erupción.
No hay excusa. León fue sobrepasado totalmente en Monterrey por unos Tigres que solo debieron tomar el balón y atacar. Así de fácil.
Desde el primer minuto, la táctica de Ariel Holan fue ceder la pelota y buscar hacer daño al contraataque. Y le pudo haber funcionado si ese disparo de Mena al final del primer tiempo hubiera ido a la red en vez de al poste. Pero ni eso hubiera maquillado las tristes estadísticas de la Fiera en la primera parte, donde acabaron con solo el 37% de la posesión, y con 14 disparos recibidos por solo tres a favor.
Para la segunda parte el León pareció entender que su fortaleza nunca ha sido la defensa y el contragolpe, y los cambios acertados de Holan sirvieron para equilibrar un poco la situación. Fue entonces cuando cayó el tanto de Meneses y otro disparo que fue al poste. Ahí una falsa esperanza nos cegó a todos y nos dejamos llevar por la ilusión de la victoria.
Pero no. Solo apresuramos la erupción repentina, y acabamos fundidos en la caldera ardiente del Universitario.
Al final, los números finales fueron casi los mismos que los de la primera mitad: apenas el 38% de posesión para los esmeraldas, 30 tiros en contra por solo ocho a favor, y siendo superados también en número y precisión de pases, y en regates.
Los verdes apostaron todo a resistir y defender, y sucumbieron.
Pero así como Tigres se hizo fuerte y salió a comerse el mundo en su feudo, así la Fiera aprovechará su localía el próximo sábado para enmendar el error.
Porque a pesar del sufrimiento y la frustración de haberlo perdido todo en el último minuto, tenemos la suerte de que restan 90 minutos en nuestra casa, y por Dios que sabremos aprovecharlos.
Si el Volcán hizo erupción, el Nou Camp será un terremoto. Si los regios levantaron a su equipo a gritos, los leoneses lo haremos mejor. Si recibimos dos golpes, regresaremos tres de vuelta. No estamos muertos, somos un león herido, y todo el mundo sabe que eso nos hace más peligrosos.
Así que sigamos la fiesta, salgamos con el puño en alto, preparemos los festejos y tengamos fe. Preparémonos para atestar el estadio León cuando más se necesita, y desgarremos nuestras gargantas en aliento para el verde y blanco.
Faltan noventa minutos, más que suficientes para saldar todas las cuentas pendientes. No perdamos la esperanza.