No son los números, sino las formas

En verdad fue un buen juego del Club León. La Fiera tuvo la posesión de la pelota, fueron más agresivos que otras veces, intentaron con disparos a puerta y con desbordes por las bandas, y sacaron un punto de una de las plazas más complicadas del futbol mexicano.
¿Pero entonces por qué nos quedamos con esta sensación de frustración y coraje? ¿Por qué la afición esmeralda se ha volcado casi de manera unánime contra Ariel Holan?
La respuesta, más que números, estadísticas o resultados, tiene que ver con la ideología y la filosofía de juego.
A pesar de que León dominaba el partido y gozaba de las mejores chances, Holan se guardó los cambios. Apenas al 66' decidió meter a Emmanuel Gigliotti para que apuntalar la delantera, pero en vez de prescindir de un defensa o un contención para mandar un mensaje claramente ofensivo, sacó al futbolista más creativo y pensante que tenía en la cancha: Omar Fernández.
Tras esto, y a pesar de que el León se jugaba la cuarta plaza, Holan no quiso apostar por más. Tenía en su banca alternativas ofensivas como Fernando Navarro o Santiago Ormeño para arriesgarse e ir por todo. Pero en vez de eso fue precavido, apostó a la seguridad del empate a ceros y el mísero punto, y no realizó más movimientos.
Después del juego, Holan reveló que Osvaldo Rodríguez jugó infiltrado y que Santiago Colombatto quedó 'prácticamente esguinzado' luego de su encontronazo con el arquero contrario, Gustavo Gutiérrez, y ni siquiera esto lo motivó a hacer los cambios y buscar la victoria.
Este mensaje de precaución, sutileza y calma fue seguramente lo que provocó el enojo de la afición esmeralda. Acostumbrados a un futbol históricamente arrojado y audaz, los seguidores verdiblancos tuvieron que ver con impotencia como su equipo se conformó con un empate a ceros ante un rival directo.
Es por eso que el ánimo de la hinchada es pesimista de cara al cierre. Faltan dos partidos frente a Cruz Azul y Necaxa que parecen pocos para corregir el rumbo y recuperar la versión más ofensiva del equipo, que hoy registra tres goles en los últimos siete partidos de liga.
La situación no es crítica, es cierto. Aún se conserva la quinta plaza general y dos victorias todavía podrían impulsar a los verdes hasta el subliderato general.
Pero no son los números los que molestan a la afición, sino las formas y el deseo de victoria del entrenador, o mejor dicho, la ausencia de este.