No hemos ganado más que la ilusión

El presente del Club León es engañoso. La Fiera de Ariel Holan ligó con su triunfo cinco victorias consecutivas en todas las competencias, y cuatro seguidas en la Liga MX. En esta seguidilla de buenos resultados, los verdes suman 15 goles a favor por solo seis goles en contra (+9), y solo en liga, suman tres partidos consecutivos sin recibir gol.

Estos números no hacen más que inflar el entusiasmo por un equipo al que muchos aficionados y sectores de la prensa le tenían muchas dudas al arranque del torneo, sobre todo por el cambio de técnico, la partida de Ambriz y la incógnita de un entrenador prácticamente desconocido en México como lo es Ariel Holan.

¿Pero entonces es hora de echar las campanas al vuelo? ¿Podemos regocijarnos en el dulce sabor de cinco victorias consecutivas y soñar de una vez con la liguilla y el campeonato?

La realidad es que seríamos témpanos de hielo y más robots que humanos si es que una goleada por 3 – 0 al Guadalajara en su casa no nos hiciera levantar el cuello y sentirnos orgullosos de nuestro equipo. Aún si no hubiera una buena racha de por medio, la victoria ante uno de los rivales históricos siempre debe ser celebrada y aclamada.

Y si encima le sumamos los imponentes números que registra el León de Holan, tenemos la fórmula perfecta para dejar salir nuestra versión más optimista e ingenua.

Es cierto que no hemos ganado nada, que se trata apenas de la quinta jornada de liga, y que el futbol mexicano nos ha demostrado incontables veces (incluida la temporada de las doce victorias) que lo más importante no es como se empiezan los campeonatos, sino como se terminan.

Pero también es cierto que las dudas se han despejado, que Holan se ha ganado con puntos y resultados una muy merecida confianza de la que carecía por completo a su llegada, y que es prácticamente imposible no dejar ir la imaginación ante el funcionamiento del equipo, que si bien está lejos de ser perfecto, es contundente como pocas veces antes se había visto.

Es imposible no vanagloriarse ante las exhibiciones de Omar Fernández, ante los latigazos de Elías Hernández, ante el despliegue de Colombatto. Ángel Mena si no anota, asiste; el 'Jefecito' domina la media cancha con una tiranía y autoridad que pensamos que había perdido, y cuando todo lo demás falla, Rodolfo Cota estira una mano salvadora para calmarnos a todos y recordarnos por qué es material de selección nacional.

El equipo pasa de cero a cien en tres segundos, explota en reacciones incontrolables de maestría y calidad, y aunque no nos da un dominio completo del juego durante los 90 minutos, sí nos regala algo quizás más importante: goles, muchos goles.

Así que podríamos ir con prudencia, recordar que esto apenas empieza y reiterar que no hemos ganado nada, aunque sería una mentira: sí hemos ganado ya esperanza e ilusión, y quizás lo más sano sea disfrutar del ahora, festejar nuestro aniversario creyendo que somos los dueños del mundo, y soñar con los logros que inevitablemente llegarán.

Ya nos preocuparemos después...