Mazatlán intentó volar muy alto

Mazatlán estaba harto de pasear perdido por su laberinto. Estaba encerrado entre callejones y muros de partidos perdidos, bajas de jugadores, y más que nada, de mala suerte.
Por eso, orillados por su propia desesperación, y cansados de que todos sus esfuerzos y sacrificios toparan con pared, se atrevieron a soñar más allá, y aunque se medirían ante el superlíder León, intentaron romper su destino.
Su plan era simple, pero efectivo. Aprovecharían los pocos momentos en los que el León les diera la pelota, y en esos 10 o 15 minutos, los sorprenderían con arrojo y valentía. Tendrían una oportunidad o dos, pero quizás eso fuera suficiente.
Así que calentaron la cera, se pegaron las alas, e intentaron volar más allá. Aguantaron 45 minutos sin muchos aspavientos, pacientes, esperando a que el viento soplara a su favor. Y al comenzar el segundo tiempo, emprendieron el vuelo. Una descolgada fue suficiente para que Miguel Sansores anotara el gol que los elevó a los cielos, y el resto del partido solo restaba mantenerse en el aire.
Pasaron los minutos, y Mazatlán se acercaba cada vez más a su meta, a los noventa minutos que marcarían su victoria por 1 – 0 en casa del imbatible León. Por su parte, los verdes se desesperaban cada vez más, y sus ataques carecían de sentido y precisión. Cada vez, su caída frente a uno de los peores equipos de la liga se materializaba más y más.
Y así llegó Mazatlán al minuto 80. El sueño de la victoria y la libertad los tenía muy cerca de escapar de su laberinto, y ya volaban sin miedo a la caída. Se creyeron Dédalo, batiendo sus alas con seguridad y altivez, pero en realidad eran Ícaro, porque volaron demasiado alto y se quemaron con el sol.
Al minuto 82, le dieron al León justo lo que más necesitaba: un momento de calma. Jean Meneses utilizó su pierna derecha para batir a Ricardo Rodríguez, que hasta entonces era la figura del partido, y comenzó su caída al abismo.
Entonces se reencontraron con su destino, y el impacto en el suelo se tradujo en un penal de último minuto que castigó su osadía y su atrevimiento con una nueva derrota. El joven Mazatlán ligó tres partidos perdidos de manera consecutiva, y su futuro luce aciago, con los muros de su laberinto más altos que nunca.
Y del otro lado, el León demostró su jerarquía. La Fiera se atañe a una sola fórmula que le ha dado resultados: posesión tiránica y goles contados pero efectivos. Hoy el León es menos espectacular, pero mucho más seguro, y suma ya 30 puntos que lo confirman como el líder de la competencia.
Restan ya solo cuatro partidos antes de la liguilla, por lo que Ambriz deberá corregir los últimos detalles que le hacen falta para que su equipo explote todo el potencial que esconde, y que ahora sean ellos los que puedan soñar con volar muy alto sin tocar el sol.