Leo Ramos: Fútbol con el corazón

08 May, 2020
leo ramos león
LIGA MX

El camino al éxito es diferente para todos. Algunos futbolistas pueden debutar en primera división, deslumbrar a expertos y aficionados en unos cuantos partidos, y salir casi inmediatamente a Europa, como la perla del momento. Pero por cada uno que se va, hay cientos o miles que se quedan, que deben sortear los obstáculos y las pruebas de la vida hasta hacerse un nombre propio en el mundo del fútbol.

Este último camino es el que le tocó andar a Leonardo Ramos, el delantero del Club León, que desde muy joven aprendió en las categorías inferiores del fútbol argentino lo que es imponerse a los golpes y patadas para anotar un gol; o dos, o 34 en un solo año. La suerte no le deparó un camino sencillo, un camino de rosas, de traspasos millonarios y fama y fortuna. No, el suyo sería un viaje de honor, de lealtad y de valores, y por sobre todo, de trabajo.

“Yo no estoy de acuerdo con el tema de la suerte. Digo, la suerte es una manera de decirlo, porque la suerte no viene a golpear a tu casa, o por un contacto no vas a jugar; yo no creo mucho en eso. Más bien uno se lo gana a base de sacrificio, de trabajo, de esfuerzo, de mejorar, y la suerte hay que ir a buscarla. No creo que las personas jueguen solo porque tienen un contacto; pienso diferente, quiero creer diferente”, dice convencido Leo Ramos.

Y es que todo lo que ha conseguido hasta ahora en su carrera no se lo agradece a la simple fortuna, sino que está consciente de que cada paso adelante que ha podido dar, se lo debe nada más que a su propio esfuerzo.

En exclusiva para Fieramanía, Leo repasó su carrera y su actualidad en León desde el comienzo, desde que debutó en Nueva Chicago en 2009, a los 20 años, y en un momento convulso en el que el equipo estaba en crisis y se enfilaba a dos descensos consecutivos. Desde entonces ya se presagiaba que su camino sería uno de adversidad.

“Te puedo decir que fue muy lindo y muy duro a la vez. Fui uno de los pocos de la ciudad que pudo lograr lo que buscaba, con mucho sacrifico, en un club que pasó por momentos muy difíciles, como lo es Nueva Chicago; un club que es muy exigente, que venía de problemas muy graves económicos que lo hicieron descender dos veces seguidas en el año, lo que fue un golpe muy duro para el club y para los chicos jóvenes, porque en ese momento el club exigía gente de experiencia porque tenía que volver a ascender”.

Sumergidos en esta inercia negativa, y con la intención de no poner en riesgo a sus jugadores jóvenes, los directivos de Nueva Chicago decidieron mandar a Leo Ramos a un equipo de una división inferior, el Club El Porvenir, donde pensaban que podría tener más oportunidades para destacar. Desgraciadamente, no podían estar más equivocados.

“Me mandaron a un club que estaba peleando el descenso en una categoría más abajo, donde el técnico no me había pedido. Entonces cuando cuando caes ahí, y el técnico te dice: 'Mira, yo no te pedí, yo ya tengo al goleador del equipo, que encima es el goleador del torneo, y yo no te pido”, pues entonces tengo que lucharla abajo”.

No solo luchó en El Porvenir, donde solo estuvo un semestre, sino que también tuvo cesiones no muy destacadas por otros equipos de las inferiores argentinas como General Lamadrid o Huracán Las Heras, mientras que Nueva Chicago, dueño de su carta, tampoco le daba oportunidades. Leo parecía caer en un pozo sin fondo. Pero nunca se dio por vencido, sino que aprendió de cada cesión y de cada mala experiencia, hasta que a mediados de 2012, libre de contrato y ya con mucha más experiencia, elige su nuevo destino: el Club Deportivo Armenio dirigido por Fernando Ruiz.

“Fui creciendo, fui tomando mejores decisiones, he encontrado a la gente correcta, y bueno, llego a Armenio, donde el técnico sí me quiere, donde yo tomo la decisión de ir, donde la institución confía en mí, donde pude demostrar lo que podía dar y ahí nace realmente mi carrera, porque yo en Armenio hice 34 goles en los dos torneos, y eso me da la posibilidad de irme a Chile”.

Armenio fue la mano que lo sacó del pozo y lo catapultó a nuevos horizontes. Salió de su país para debutar en primera división en el San Marcos de Arica de Chile, que si bien es un club modesto, logró destacar y estuvo a punto de clasificarse a la Copa Sudamericana, con Leo Ramos como delantero goleador.

“En Chile he pegado un salto no solo económico sino deportivo, porque he jugado en primera división. Tan importante que es la confianza de un entrenador en un jugador, que yo termino siendo goleador del equipo en primera división con 13 goles, haciéndole gol a los equipos más importantes de Chile, como la Católica, como Colo Colo, como O'Higgins”.

Tras el año positivo en Chile, da el salto europeo para jugar en el Platanias de Grecia, otro cuadro modesto pero donde comienza a destacar y logró anotarle a equipos históricos como el Olympiakos o el Panathinaikos. Todo parecía por fin acomodarse para el chico luchador que había salido del abismo, pero entonces todo se torció, y la vida le puso enfrente el reto más importante de su carrera.

“Ese fue un paso muy importante para mí en mi carrera. Yo ahí me di cuenta lo que yo realmente era y lo que yo realmente necesitaba”.

Y es que después de una temporada larga en Grecia, donde comenzaba a destacar, donde percibía un buen sueldo y donde tenía todavía un año más de contrato, decide regresar a su país a jugar para el Atlanta de Villa Crespo de la Primera B Metropolitana, el tercer escalón del fútbol argentino. ¿Y por qué se dio este retroceso? Porque para Leonardo Ramos el corazón pesa más que el dinero o el fútbol.

“La realidad es que en ese entonces mi mamá se había enfermado y estuvo muy jodida, y yo tomo la decisión porque mi corazón me lo decía. Quería y necesitaba estar cerca de mi familia. Yo soy muy familiero, y al enfermarse mi mamá, yo tomo la decisión de volverme a Argentina. Ahora, la realidad es que yo tuve muchos equipos de primera división para jugar en ese entonces en Argentina, pero la mayoría de esos equipos estaban en el interior de Argentina, lo que me decía que estar a 500, 600 o mil kilómetros de mi casa no es lo mismo que estar al lado. Entonces, a base de la enfermedad de mi mamá y de querer estar cerca y acompañándola, me compro una casa a una cuadra de su casa, vivo con ella prácticamente, hasta que ella se cura, y me quedo ese año en Atlanta”.

Pero además de la salud de su madre, la lealtad fue lo que lo llevó a jugar para el “Bohemio” de Villa Crespo.

“¿Y por qué justamente Atlanta? Bueno, tomó la decisión porque el técnico de Atlanta fue el técnico que me sacó de todo lo malo. ¿Quién era el técnico? El técnico de Deportivo Armenio que me hace firmar los dos años de contrato, Fernando Ruiz. Entonces yo soy un agradecido a él porque él me sacó de ese pozo negro, cuando yo estaba prácticamente destruido. Yo tomo la decisión de quedarme en Argentina, y él me llama, y yo le doy la derecha y decido quedarme en Atlanta, no solo por mi mamá, sino porque él me había dado la mano cuando yo lo necesité. Fue una forma de agradecerle a él”.

Esa decisión define no solo el resto de su carrera, sino que también lo hace crecer como persona. Con los valores por encima de todo, Leo Ramos juega en tercera y la vuelve a romper. Fue el goleador del equipo, y sus goles fueron suficientes para emprender una nueva aventura en otro destino de lo más exótico: el Renofa Yamaguchi de la segunda división del Japón.

Ahí mantiene su buen rendimiento, y anotó siete goles en 17 partidos en el segundo semestre del 2017. Todo parecía marchar sobre ruedas, hasta que los japoneses dan un golpe de timón y cambian de entrenador. Esto dejaría varado a Leo, aunque los japoneses hicieron todo lo posible por encontrarle la mejor salida. 

“Me dijeron: 'Leo, estamos muy contentos contigo, pero lamentablemente el entrenador quiere a un brasilero. A nosotros nos han llamado muchos clubes, y creemos que el mejor es este'. Y mira como es el fútbol y como es Japón, que el club que me presentaban me ofrecía el doble de lo que ellos me ofrecían. Y me decían: 'Nosotros te damos la posibilidad de que te vayas, es un club más grande'. Y yo les dije: 'Les agradezco, pero yo ya tengo posibilidad de irme a México'”.

Esa oportunidad se materializó cuando Gabriel Caballero y los Cafetaleros se pusieron en contacto con él. Así dejó el archipiélago de Japón, cruzó el océano Pacífico y terminó pateando balones en medio de la selva chiapaneca de Tapachula, en el Ascenso MX. En su primera y única campaña marcó 14 goles en liga y liguilla para alzar el campeonato de la división, pero no el ascenso por cuestiones administrativas.

De cualquier modo, él sí subió de categoría para jugar con los Lobos BUAP, equipo que lo contrató en el cierre de registros del Apertura 2018, y con quienes sorprendería a toda la Liga MX. Ese año, Leo marcó 16 goles en una de las plantillas más limitadas del país, y esto lo revaloró. Sonaba para reforzar a prácticamente todos los equipos de México, además de que revela que tuvo ofertas de Medio Oriente.

“La realidad es que yo en ese entonces tenía propuestas muy interesantes de Arabia, Dubai, Catar, y una realidad por la que me quedé en México es por el nacimiento de mi hija, que es mexicana, nació en Puebla, y decido quedarme por cuestiones de cultura y que estoy más cerca de la familia”.

Así comenzó la puja por hacerse con sus servicios, y ahí es cuando el León y su presidente, Jesús Martínez Murguía, entran a escena para ofrecerle algo mucho más importante que el dinero: un nuevo reto personal y nuevas marcas que romper.

“Elegí a León porque la gente que Jesús Martínez me mostró apoyo y que creía en mí, y yo me convencí de que el al que tenía que ir era a León. Ni por el dinero, ni por la ciudad ni por nada; yo tomé la decisión porque Jesús Martínez me habló, me expresó lo que él quería, me expresó confianza, me dio seguridad, y yo dejé muchas cosas de lado por venir a un club que me parecía muy interesante, porque jugaba muy lindo, había jugadores increíbles, y porque yo quería ponerme a prueba con esos jugadores”.

Ahora, tras una temporada y media en León, Leonardo Ramos sabe que no ha rendido a su mejor nivel, pero no esperará a que la suerte le ayude y que el destino le solucione la vida, sino que saldrá del pozo de la única forma que sabe hacerlo: con trabajo y esfuerzo desmedido.

“Yo tengo mucha fe de que me va a ir mejor. Si tengo la posibilidad de poder jugar más minutos estoy convencido de que puedo hacer las cosas aún mejor. Mientras sea a beneficio del grupo, mis compañeros saben que estoy en el club, que soy profesional y que quiero ayudar. Si tengo que alcanzar el garrafon del agua lo alcanzaré porque así es mi esencia; si tendré que seguir esforzándome más porque no estoy a la altura, pues seguiré trabajando duro para tratar de estarlo, y bueno, que la vida y el deporte me ponga donde me tengan que poner”.

Leonardo Ramos se forjó lejos del fútbol moderno; lejos de la mercadotecnia y los millones. Él se formó en una realidad distinta, en el barro y el lodo de las inferiores argentinas, y se tuvo que abrir paso a patadas y empujones para poder escapar. Probó el sueño europeo, pero lo despertó una realidad distinta, en la que el corazón lo llamó a casa para acompañar a sus seres queridos en un momento de gran necesidad. Hoy enfrenta otro reto en el Bajío, y aunque la vida lo ha puesto a prueba una vez más, esto es precisamente lo que más lo emociona.

“Ojalá que podamos seguir la historia, y que podamos hacer las cosas mejor de lo que lo estamos haciendo en León”.

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