La foto del día: El ídolo que nunca se quiso ir

El ocho de diciembre de 2015, hace cuatro años ya, uno de los últimos ídolos esmeraldas le dijo adiós, entre lágrimas, al equipo de sus amores.
La noticia ya se había publicado en todos los medios deportivos: Carlos Peña, el “Gullit”, dejaba el Bajío para mudarse a Guadalajara y jugar al futbol para las Chivas. La rueda de prensa fue su último regalo a la afición leonesa, y también para él mismo, pues no hubiera terminado de creer en su partida si no se hubiera despedido.
Entonces, en la sala de prensa del Nou Camp, Carlos Peña tomó el micrófono, y sacó todo el dolor que acumulaba en su pecho. Sus palabras comenzaron a temblar y sus ojos se llenaron de agua salada, mientras en su cabeza se amontonaban la nostalgia y los recuerdos de las hazañas que había conseguido enfundado en la casaca esmeralda.
“Yo nunca pensé en salir, la verdad. Siempre quise y quiero siempre estar aquí, pero bueno, esta decisión es de otros, no fue mía”, dijo.
Así, con ese epílogo se acabó la historia de Carlos Peña en el Club León. Después el “Gullit” no volvió a ser el “Gullit” nunca más. En Guadalajara fue un fantasma, en su regreso a León se quedó a medias, en Europa apenas y jugó, y en Cruz Azul y Necaxa terminó por sucumbir.
Hoy la “Bestia” suma 14 meses sin jugar al futbol. Su último encuentro en la primera división fue casualmente contra el Club León, el 20 de octubre de 2018.
Así partió el ídolo hacia Chivas, con lágrimas y dolor, porque dejaba atrás al equipo de sus amores, al Club León de su vida. Estaba agradecido, respetaba el equipo y a su gente, y siempre aceptó que su destino sería volver.
Ahora las partidas son muy diferentes. Hoy los jugadores no se toman ni siquiera el tiempo de dar una conferencia ante la prensa para explicar sus razones; sus declaraciones de amor son al aire, y los besos que le dieron al escudo verdiblanco quedan solo para la foto, con más morbo que sinceridad.
Seguramente Carlos Peña daría la vida por tener un minuto más en el césped del Nou Camp. Seguramente quisiera volver a salir del túnel vestido de esmeralda, y recibir nuevamente los vitores y los insultos de la afición. Seguramente quisiera tener una última oportunidad para quitarse patadas y empujones, y disparar con furia hacia la puerta, por lo menos una última vez.
Así lo dijo entonces, y dudo que ese pensamiento haya cambiado desde entonces.
“Hablé con el presidente, quería retirarme aquí, seguir mucho tiempo aquí (…) Llegamos a un buen acuerdo y espero un día regresar a León y cumplir, aportar siempre lo que he hecho, y retirarme acá en León”.