Ganó Puebla: las jerarquías no valen nada

Si viéramos la caída del Club León ante Puebla como una simple derrota más, estaríamos equivocados. Este sábado se sentó un precedente, se mandó un mensaje, y aunque el resultado fue el mismo, el rendimiento sí fue mejor.

Ariel Holan está en el ojo del huracán. Como un imán de infortunio, el entrenador esmeralda atrae para sí todas las críticas de la prensa y la afición; no los jugadores ni la directiva, solo el director técnico es culpable de las derrotas, y no puede hacer nada para quitarse el peso de la presión y los malos resultados.

Harto, quizás, de que nada le daba resultado, y consciente de que todo lo que haga (y lo que no haga) será motivo de críticas y reproches, mandó las jerarquías al carajo y apostó por chicos con hambre. No convocó ni siquiera al banquillo al capitán del equipo, Luis Montes, que se quedó en la tribuna acompañado de otros dos futbolistas de cartel que no han terminado de funcionar: Elías Hernández y Santiago Ormeño.

Al contrario, al campo fueron como titulares un chico de 19 años y otro de 21 que recibieron la oportunidad en uno de los partidos más bravos de la temporada contra uno de los equipos que mejor juegan al futbol en México.

Y la apuesta quizás no funcionó, porque Pedro Hernández se hizo expulsar inocentemente al minuto 3' y porque al final el duelo se saldó con derrota. Pero por paradójico que parezca, este fue uno de los mejores partidos del Club León de toda la temporada.

Porque ante la adversidad, en inferioridad numérica, y con el marcador en contra, los verdes recuperaron lo que la afición estuvo esperando durante las 13 jornadas anteriores: el valor.

Con valentía, la Fiera se tiró al frente en busca del empate, y aunque quedó vulnerable y Cota volvió a salvar su marco en un par de ocasiones, tuvieron las agallas para luchar, para intentar responder, para tirar remates a gol y mandar una pelota al poste.

No fue suficiente y sumaron una nueva derrota. Pero fue una declaración de principios, y en las últimas tres jornadas Ariel Holan ya no tiene nada más que perder. Ahora, y quizás como debió haber sido desde un principio, no valen nada las jerarquías y el renombre, sino solo el rendimiento dentro del campo y las ganas de ganar.

Y mientras la afición espera que eso sea suficiente...