El primer ascenso: entre las ratas y las deudas

03 Jun, 2020
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El doce de mayo del 2012 cambió la historia del Club León para siempre. Ese día, los pupilos de Gustavo Matosas terminaron con el suplicio de diez años en la Liga de Ascenso, y todo a base de un fútbol ultraofensivo, atractivo y aniquilador que enamoró a todos los seguidores esmeraldas.

Hoy, esa fecha es recordada como uno de los hitos más importantes para la afición, y se conmemora año con año como una de las fiestas más sagradas de los fanáticos verdiblancos.

Pero por extraordinario que parezca, esta no fue la primera vez que el Club León conseguía una hazaña similar, y de hecho, el ascenso del 2012 ha desplazado lentamente al primer ascenso, el conseguido por los pupilos de Víctor Manuel Vucetich en la temporada 1989-90, que poco a poco ha caído en el olvido.

“De repente alguien me preguntaba que si la última vez que ascendió el León la comparaba con aquella de la 89-90, y no hay punto de comparación. A lo mejor lo único es que en ambas había gente que quería triunfar, pero en lo que respecta a lo económico, a lo administrativo, a todo lo demás, no, nada que ver”.

Estas son las palabras de Alfredo “Tena” Murguía, defensor leonés que formó parte de aquel plantel que, por primera vez en la historia, sacó al Club León de la Segunda División. Y a él se une Martín Peña, otro leonés que vivió esa gesta, y que en entrevista exclusiva para Fieramanía, recuerda también aquel ascenso; un campeonato en el que dejaron más que lágrimas y esfuerzo, y en el que pusieron en juego sus carreras y su honor.

“Todos los campeonatos, todos los torneos que se ganen merecen su reconocimiento, pero ese fue muy peculiar por las situaciones que pasaron, por las situaciones económicas, porque estuvo a punto de desaparecer el equipo, por la forma en que se clasificó, por la forma en la que se llegó a la final. Fue muy difícil”, apunta Peña.

“Nadie daba mucho por nosotros”

La década de los ochentas es por mucho una de las peores de la historia del Club León. Durante esa etapa, el equipo estuvo lejos de los primeros puestos de la clasificación, y más bien luchaba por evitar el descenso. Al final, luego de un periodo de malas contrataciones y proyectos poco ambiciosos, el equipo terminó por descender por primera vez en la temporada 1986-87.

Esto fue un golpe muy fuerte para la que ya era una de las franquicias más ganadoras de todo el país, por lo que la directiva planteó un plan de regreso inmediato para la temporada 1987-88. Esto lo recuerda bien el “Tena” Murguía, que para ese entonces ya era parte del equipo esmeralda.

“La primer temporada se armó un equipazo, fue la temporada en que se perdió la final con Cobras de Ciudad Juárez”, apunta. 

Y sí. De la mano del técnico chileno Pedro García, el León acabó la Segunda División como el superlíder general, y enfrentó en la final por el ascenso al equipo juarense. Todo estaba puesto para el ascenso, pero no pudieron derrotar a las Cobras. Empataron a unos luego de la ida y la vuelta, por lo que se tuvo que jugar un tercer partido de desempate en el estadio Azteca. Ese juego lo perdió la Fiera por 1 – 0, y el sueño del ascenso inmediato acabó en la nada.

La temporada siguiente, la 1988-89, el equipo comenzó a sufrir, vio deambular a muchos técnicos y los resultados no los acompañaron. Tanto así que los verdes ni siquiera pudieron clasificar a la liguilla.

Y así llegó la tercera campaña del Club León en la Segunda División. Luego de dos años en el infierno, con malos resultados y malas taquillas, la crisis económica y administrativa era inminente. La directiva del equipo armó un plantel plagado de jugadores jóvenes de la cantera, leoneses en su mayoría, de poca experiencia y que no invitaban a la afición a ilusionarse demasiado. Prácticamente no había estrellas, y nadie apostaba mucho por ellos, como lo reconoce el “Tena” Murguía.

“Se veía un equipo más débil porque éramos muchos jugadores de aquí de la ciudad que apenas comenzábamos, y gente que vino a integrarse que no era nada reconocida. Y pues la gente y la prensa y todo mundo no daban mucho por el equipo”. 

“Vivían abajo de las gradas; ahí había un basural y ratas”

Así, con desesperanza y poca ilusión, comenzó la temporada 1989-90. Con la misión de ascender a un equipo desangelado estaba el técnico Ignacio Martínez, y en la cancha había jugadores como Leonel Ortíz en la portería, Humberto “Beto” González, Alfredo “Tena” Murgía, Guadalupe Castañeda, el “Jimmy” López, Benedicto “Venadito” Bravo, Martín Peña, Marco Fabian padre, Ricardo “Chavicos” Enríquez, Carlos Turrubiates, Juan “Poncharelo” Andrade, entre otros.

Ellos tenían la misión de sacar al León del abismo, pero más que el reto deportivo, el destino les puso una prueba mucho más complicada, que fue luchar contra la falta de pago y las condiciones poco propicias para jugar al fútbol.

“Fue un torneo, un año muy complicado para el club. En lo económico dejaron de pagarnos tres o cuatro meses. Algunos de los chicos eran de fuera y no tenían ni para comer, e incluso varios de los que éramos de aquí de León llevamos a los compañeros a comer a nuestras casas, porque no tenían ni para eso. Hicimos como tres o cuatro paros o huelgas para que nos pagaran. Fue muy difícil. Siento que si no se hubiera hecho algo, igual el Club León pudo llegar a desaparecer”, revela Martín Peña

El “Tena” Murguía también recuerda que llegaron al extremo de “botear”, es decir, pedir dinero en las afueras del estadio a los aficionados y transeúntes, todo para sobrevivir a las pobres condiciones a las que se enfrentaban.

“Todos los viajes se hacían en autobús, viajes muy largos, a Oaxaca, a Tepic, llegábamos a hoteles que se les caían las estrellas; hubo partidos que, a los que nos tocaba jugar, teníamos que darlo todo en la cancha, porque los que no les tocaba jugar y que no salían a la banca, se ponían afuera del estadio a botear, y ese dinero que se recaudaba, que la gente tan amable donaba, se lo dábamos a los que les hacía más falta, a los que tenían familia, que estaban sufriendo. Ese dinero iba para ellos”.

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Foto Balones y Maletas

Sin nómina y sin dinero, los jugadores que no eran originarios del León se encontraron de pronto varados en la ciudad, y algunos tuvieron que quedarse a vivir debajo de las gradas del estadio, en condiciones deplorables.

“En ese tiempo no había casa club, y la gente que venía de afuera no tenía donde vivir, entonces vivían abajo de las gradas del estadio; había un basural, ratas, y ellos ahí vivían. Era muy complicado, pero todo eso que pasamos nos unió, y fue lo que más nos sacó adelante”, afirma el “Tena”.

Finalmente, cuando todo parecía desesperanza y frustración, apareció un hombre que estaba decidido a cambiar la historia, y a llevar al León y a ese grupo de jugadores hasta lo más alto.

“Vucetich nos unió más”

El presidente del Club León en ese entonces era Miguel Ángel Vielma, quién se encontraba ahogado por la situación, con muchas deudas por pagar, y sin patrocinadores o socios dispuestos a invertir en un equipo que prometía para poco.

Entonces aparecieron en la escena el presidente municipal de San Francisco del Rincón, Carlos Velázquez Villalpando, así como los empresarios Rubén, Ramón y Eliseo Vázquez López. Ellos se dispusieron a comprar y salvar al León, y se apoyaron del ingeniero Roberto Zermeño, quién también se unió a la sociedad y se convirtió en dueño parcial del equipo.

Este cambio se dio a media temporada, y junto a la nueva administración llegó un nuevo técnico, por lo que se tomó la decisión de despedir a Ignacio Martínez, y se contrató en su lugar a un jovencísimo Víctor Manuel Vucetich, que apenas la temporada anterior había ascendido al Potros Neza, filial del Atlante, aunque no se le permitió dirigir en primera.

Así, y con deseos de demostrar que el ascenso con los Potros no había sido casualidad, Vucetich se puso al frente de la Fiera, y le cambió la cara al equipo casi inmediatamente.

“Fue un cambio notable, porque con la llegada de Vucetich el equipo tomó más orden. Vucetich era un entrenador joven con ganas de trascender, y eso lo transmitió al grupo, porque todos queríamos trascender en el fútbol. Eso hizo que Vucetich nos uniera más, porque pensábamos de la misma manera, y la única manera de trascender era ascender a un equipo como el León”, explica Martín Peña.

Del mismo modo, el “Tena” reconoce que Vucetich se solidarizó con el grupo, los ayudó, los apoyó y los aconsejó, hasta que se hizo con su confianza y los resultados comenzaron a llegar.

“Desde ese tiempo y hasta el momento Víctor se ha caracterizado porque antes que jugador, él da un trato como persona. Y él estaba también muy comprometido con el equipo, las decisiones que tomábamos nos apoyaba, estaba con nosotros, él nos aconsejaba, porque éramos jugadores muy jóvenes, faltos de experiencia, y él nos daba muchos consejos, nos decía como hacer las cosas. Eso, aparte de ser el entrenador, nos ganó como compañeros, y eso fue fundamental para la unión del grupo. Todos esos factores nos empezaron a unir mucho y el equipo jaló parejo ante tantas carencias”.

De pronto, el León comenzó a ganar, comenzaron a remontar posiciones en la tabla, y llegaron al final de la temporada regular con posibilidades de clasificar. Pero como todo en esa temporada, no sería nada sencillo.

El León llegó a la última jornada con 51 puntos, uno menos que los Gallos del Querétaro que tenían 52, por lo que en la última fecha tenían que derrotar al superlíder general, el Inter de Tijuana, además de esperar que el Atlético Potosino derrotara a su vez al Querétaro, para así rebasarlos en la tabla y clasificar a la liguilla.

Y por si fuera poco, el León tendría que jugar ese encuentro en el Estado de México; todo porque el Nou Camp estaba vetado luego de que la afición leonesa agrediera a unos árbitros en su último encuentro en casa.

“Enfrentamos a Tijuana, y como ya estaban clasificados metieron a suplentes. Nosotros hicimos lo nuestro, ganamos ese partido, y aparte estábamos todos preocupados, preguntando: '¿Cómo van allá, cómo van allá?'. Cuando terminó el partido, y nos dijeron que estábamos clasificados, la verdad que fue un gusto, porque después de tanto sacrificio, después de tantas amarguras, después de tantas cosas que pasamos, conseguir la clasificación fue un logro muy importante”, plática el “Tena”.

Al final, Potosino derrotó 2 – 0 al Querétaro, y el León goleó por 5 – 0 al Tijuana, con lo que los verdes sumaron 54 puntos, rebasaron a los Gallos y se ganaron su pase a la liguilla como segundo puesto del grupo 4, por debajo del Zacatepec.

“Fue una liguilla complicada”

Así, el León se metió milagrosamente a la liguilla. En ese entonces, el sistema dictaba que los ocho mejores equipos de la tabla serían acomodados en dos grupos de cuatro, donde jugarían todos contra todos, y al final los dos líderes de cada grupo clasificarían a la final de ascenso.

El León fue encuadrado en el Grupo A, junto a la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ, equipo diferente a los Gallos), Tepic y Chetumal. 

Sin embargo, y aunque los resultados deportivos eran mucho mejores, la situación económica no levantaba. A pesar del cambio en la directiva, las deudas no paraban, y el “Tena” recuerda que vivieron un par de situaciones comprometedoras.

“Fue una liguilla complicada, porque había muchas carencias. Nos tocó ir a Tepic y la pasamos muy duro, porque en Tepic empatamos, pero después del partido ya no nos dejaban venir porque no se había pagado el hotel, entonces no podíamos salir de ahí hasta que no pagaran. Todos conocen al “Pibe”, que todavía está ahí echando porras, un aficionado desde siempre que nos acompañaba e iba en su coche a todos lados.  Él estaba en Tepic, y él metió su tarjeta para que nos dejaran salir, y así pudimos salir del hotel y regresar”.

Eso no fue todo, pues en Chetumal vivieron un episodio similar.

“Aparte de eso, ya en liguilla en un juego contra Chetumal, faltaban diez minutos para que se empezara el partido y nosotros no nos habíamos cambiado, esperando que se nos pagara. Se nos hizo la promesa de que al medio tiempo se nos iba a pagar y nunca llegó”.

Al final, en la última jornada de la liguilla, el León se jugaba el pase a la final frente a la UAQ, a quienes les bastaba con un empate para clasificar, y que además serían locales. Sin embargo, y contra todo pronóstico, los esmeraldas los repasaron por 2 – 6, y como había sido durante toda la temporada, se ganaron su pase a la final a sudor y sangre.

“Éramos leoneses y le íbamos al León”

En la final se medirían al mejor equipo del torneo, el superlíder Inter de Tijuana, el mismo equipo que los pudo haber eliminado en la última jornada de la temporada regular. El primer duelo se jugaría en León, en el Nou Camp, y a pesar de que el Tijuana imponía respeto, Martín Peña recuerda ya no había nada que pudiera parar al club verdiblanco.

“Con todo lo que había pasado, con el equipo tan unido y la forma en que vencimos a Querétaro, el grupo ya estaba muy fuerte en todos los sentidos. Nos teníamos mucha confianza. El primer partido aquí frente a Tijuana, para mí fue impresionante el lleno del estadio, impresionante la cantidad de banderas, estaba llenísimo, y eso nos dio más ánimos y afortunadamente ganamos 3 – 0, un marcador manejable”.

Para la vuelta en Tijuana, el León se enfrentó a un ambiente completamente hostil, y el “Tena” Murguía rememora que todo les jugaba en contra.

“En ese entonces el estadio de Tijuana era un estadio de beisbol, hasta el montículo estaba por ahí a un lado, la cancha estaba completamente fea, y nosotros a pesar de eso conseguimos el empate. Pero no fue nada fácil por el entorno, la gente era muy agresiva. Por ahí en los tiros de esquina en contra, uno estaba marcando y tenía que estar cuidando el balón, a los contrarios y a las piedras que aventaban de la tribuna. Eran circunstancias muy diferentes a las de hoy”.

Inclusive añade que el equipo no pudo festejar su ascenso en la cancha debido a la invasión del campo.

“No pudimos festejar ahí, porque en cuanto quisimos festejar, la gente se empezó a brincar a la cancha, empezó a agredir, y pues todo fue correr al vestidor y encerrarnos, pasar un buen tiempo ahí hasta que la gente se calmara o se fuera para nosotros poder salir del estadio”.

Entonces emprendieron el viaje de regreso, con escala en Guadalajara, y ya en tierras zapateras fueron recibidos como los héroes en los que se habían convertido.

“Todos los festejos son grandes, pero ese festejo para nosotros fue impresionante. Después de Tijuana volamos a Guadalajara, ahí pasamos la noche, y al siguiente día llegamos a León. Llegando a San Pancho, después de las vías, era impresionante la cantidad de gente que nos estaba esperando. Había caravanas en las calles, llegamos al centro y era impresionante el lleno, estábamos en el Palacio Municipal y la gente aplaudiendo. Ya después en el campeonato del 92 también fue muy lindo, pero a nosotros nos impresionó más la caravana con la que nos recibieron en el 90” apunta Martín Peña.

Al final, el hecho de que el equipo estuviera formado en su mayoría por canteranos leoneses, que era precisamente lo que se había criticado al inicio de la temporada,  terminó por ser la mayor ventaja del equipo, pues nadie más que ellos entendía lo que era correr y sufrir y llorar por el verde y blanco.

“Éramos leoneses que queríamos y le íbamos al León; era nuestro equipo favorito. Yo en mis tiempos iba a ver al León de Mantegazza, del “Chepe” Chávez, de Guillén; eran mis ídolos, entonces para mí era un sueño pisar el campo del estadio León. Después se volvió un sueño hecho realidad el jugar con el León, y ser campeón con el León. Es fenomenal ese sentimiento. Había varios que siendo locales, le iban al León, y fueron campeones con su equipo favorito. Es una bendición lo que nos tocó vivir a nosotros”, explica Martín Peña.

Y el “Tena” Murguía no se queda atrás.

“Para mí sí es muy privilegiado, muy satisfactorio estar en la historia del Club León; para mí es importantísimo porque es la ciudad donde nací, donde vi por primera vez fútbol, donde inicié a jugar futbol, y estar en la historia del Club León, es algo fantástico”.

Justo un día como hoy, un tres de junio, ellos conseguían el primer ascenso del Club León. Ahora, exactamente 30 años después, su logro se ha ido desvaneciendo de la memoria colectiva de la afición esmeralda, pero ellos, los protagonistas, aún lo recuerdan con cariño, e incluso Alfredo Murguía le adjudica aquel triunfo a algo que es tan inexplicable como tangible: el simple destino.

“Se conjuntó todo, y no sé si jugó ahí también el destino que ya trae uno, porque todas las circunstancias que vivimos nos unieron mucho”.

*Con información de Ricardo Jasso Vivero, Nación Esmeralda, Solera Leonesa, RSSSF y el libro “Zermeño, ¿Héroe o villano?” de editorial MileStone.

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