El camino de la valentía: más líderes que nunca

Deben haber sido un par de semanas complicadas para Ignacio Ambriz. Entre la pérdida del estadio y el liderato de la Liga MX, su cabeza debe de haber estado a punto de explotar. Debía motivar a sus futbolistas, verse sereno y confiado, a pesar de que él mismo no sabía que era lo que iba a ocurrir. Y encima de todo debía plantear un partido ante el América, un viejo conocido, y ante quienes debía confirmar su superioridad.
Así que tenía dos caminos; el primero era apostar por el continuísmo, dejar que las cosas fluyeran como habían fluido hasta ahora, y esperar que el planteamiento y la rutina le entregaran los mismos resultados que ya le habían entregado en el pasado.
Pero el segundo camino era más atrevido. Era innovar, y cambiar de estrategia, sorprender al rival pero también sorprender a sus propios futbolistas. Era atreverse a evolucionar, a dar un paso adelante, poner en riesgo lo que ya se había ganado y ante un rival importante.
Ambriz, descarado y audaz, optó por el camino de la valentía. Rompió cualquier pronóstico al cambiar su planteamiento táctico, y posicionó al plurifuncional Fernando Navarro en el medio campo, como un volante mixto más. Dejó de lado el miedo y la cautela, confió en sus jugadores y se fue a por todo.
Y le costó. Encontró la ventaja, pero le dieron la vuelta en dos momentos de desconcierto. Hubo errores y equivocaciones, pero también lujos y coraje, y al final la Fiera supo responder y rescató un encuentro que ya se le venía abajo.
Para la segunda parte reculó, volvió a su planteamiento tradicional, pero el trabajo ya estaba hecho. Ángel Mena destrozó a la defensa rival, y le dio a Luis Montes el pase del gol, la gloria y la victoria. Después solo fue resistir, pero ya poco más se podía hacer.
De pronto, con la mano en la cintura y con el futbol suficiente, el Club León se asentó en el superliderato. 33 puntos los tienen en la cima de la tabla, con el pase directo a cuartos casi asegurado, y con la posibilidad de cerrar el torneo de la mejor manera posible. La Fiera está embalada, pero todavía no llega a su tope de rendimiento, y justo eso es lo que da más rienda suelta a la ilusión. Ahora fueron las Águilas las sacrificadas en el ritual esmeralda, pero en realidad no importa el rival, o la cancha, o el horario, porque no se ve quien más pueda detener la tiranía de los verdes.
El equipo es versátil. Puede ser valiente y atrevido, o justo y conservador. Domina todos los niveles del juego, cambia de piel según las circunstancias, y mantiene una sola constante: que siempre está listo para matar.
Ayer el Club León nos demostró que está listo para lo que venga, así que dejémonos de juegos, seamos valientes también nosotros, y pidamos que lo que venga sea la maldita octava.