El arte de dejar pasar una pelota

Muchas cosas pueden cambiar en un partido. Mucho más en cinco. Este fue el peor inicio de un torneo del Club León desde que Nacho Ambriz dirige al León. Parecía que se había perdido la chispa, los goles se alejaron del equipo, y a pesar de todo el talento y la magia que sabíamos que estaba ahí, algo simplemente no cuadraba.
Tras cuatro juegos, Ambriz pareció dar con la tecla en los últimos 30 minutos frente a Pachuca, cuando sacó a Emmanuel Gigliotti, jugó el resto del partido sin centro delantero, y el León recuperó su volatilidad.
Ahí parecía estar la clave para recuperar al mejor León, y por eso no dudó en repetir la fórmula. Ante Xolos en el Nou Camp, Ambriz se atrevió a plantear un esquema similar, con Joel Campbell en el falso 9, y con el resto de sus artistas en el medio campo. Meneses al centro, “Avión” Ramírez, por derecha, Yairo Moreno por izquierda, y el “Chapo” Montes detrás de todos ellos, dirigiendo desde la sombra.
Funcionó. La Fiera fue vertiginosa, peligrosa y audaz. Campbell tuvo dos jugadas de gol que no atinó a portería, pero los verdes volvieron a fluir en la cancha. Parecía cuestión de tiempo para que León encontrara la ventaja, y tal vez por eso bajaron sus revoluciones.
Entonces, al minuto 43, la catástrofe. Lesión de William Tesillo y penal. Contra todo pronóstico, el cuadro esmeralda se fue al descanso en desventaja y desorientado, a pesar de haber dominado a su rival.
Pero fue justo ahí, en el peor escenario y sin que nadie lo esperara, cuando el Club León recuperó su confianza. Porque solo un equipo con la confianza a tope puede hacer lo que hizo la Fiera. Solo un futbolista que confía en la calidad y la inteligencia suya y de sus compañeros puede darse cuenta de que para destrabar un partido complicado lo mejor que puede hacer es no hacer nada.
Solo un genio como Luis Arturo Montes Jiménez podía tener la claridad para darse cuenta de que Jean Meneses estaba detrás de él, así que hizo la pantalla, dejó que el esférico pasara en medio de sus piernas, como si no le importara, para que el chileno le pusiera el alma y marcara el tanto del empate.
Y solo un equipo tan imprudente y descarado como el León se atrevería a hacerlo de nuevo. Ahora el “Avión” Ramírez puso el pase, y un genio diferente llamado Ángel Mena tuvo la claridad para ver en la inacción la mejor acción posible. También dejó que el balón le pasara desapercibido, para que el “Puma” Gigliotti se sacudiera la mala racha y se estrenara con el gol de la victoria.
Ahora, más allá de la voltereta y los diez puntos que ponen al León de nuevo entre los líderes de la liga, el equipo ha recuperado la fe en sí mismo. Se saben superiores al rival, más hábiles que muchos, y dependen de su simple y llano talento para superar los partidos.
Quedan muchas cosas por mejorar (la contundencia, la primera de ellas), pero esta Fiera ya transmite la sensación de haber recuperado el camino. Y ahora sí, ¿quién podrá detenernos?