Derrota ante Tigres: vamos en caída libre

Lo peor de la humillante derrota ante a los Tigres de la UANL no es el 0-3 en casa, ni las fallas de Cota, ni el penal errado por Ángel Mena, ni la ridícula obstrucción de Santiago Ormeño, ni los gritos de “fuera Holan”. No. Lo peor de la derrota es que sabemos que este no es el fondo.

Luego de haber sido goleados por 3-0 en la ida de los cuartos de final de la MLS frente a unos mermados Seattle Sounders, los aficionados esmeraldas cayeron en el pozo de la decepción. A pesar del relativo buen momento en liga, el futbol en el campo hablaba por sí solo, y los seguidores verdiblancos sabían que algo andaba mal.

Por eso no hubo tanta sorpresa ante la nueva debacle en Concachampions, y aunque el ánimo estaba por los suelos, la hinchada se refugió en la vuelta, en la mínima esperanza de levantarse y lograr la hazaña.

La afición creyó que Tigres sería una simple aduana antes del juego importante, el de la épica, y con los boletos al 2x1, nos llegamos a emocionar, a creer que un resultado positivo haría que los jugadores se empoderaran, los ayudaría a superar la caída y recuperar la confianza y la fe en sí mismos.

Pero bastaron 21 minutos para demostrar que no, que ni la grada, ni la directiva juegan en el campo, y que la crisis a la que tanto le habían huido, los había finalmente alcanzado.

Esta noche se derrumbaron los últimos pilares que le quedaban al León. Ángel Mena, que se había salvado de las críticas por estar ausente por lesión, falló un penal que seguramente hubiera cambiado el destino del juego; y Víctor Dávila sumó su cuarto partido sin anotar, sin pesar y sin trascender.

Y más allá de ellos, esta noche sucumbió Rodolfo Cota, que había sido el que había sostenido a la Fiera en sus momentos más aciagos, pero que parece haberse contagiado del mal momento del conjunto y se equivocó en dos goles que el Club León ya no pudo remontar.

Así que los verdes buscarán la hazaña contra Seattle en medio de su peor momento en años, con seis goles en contra en dos partidos, con su técnico criticado y rechazado por su afición, con delanteros que no pueden anotar, con una defensa colapsada, con su capitán y referente relegado al banquillo, y con la triste sensación de que ya todo está perdido.

Estamos en caída libre, eso es un hecho, pero lo peor es que sabemos que este no es el fondo, y que el jueves podríamos finalmente azotar.