¿Cómo es ser papá de un futbolista?

20 Jun, 2021
ambriz colombatto
Especial

El camino del futbol puede llegar a ser cruel e ingrato con los jugadores, que deben realizar miles de sacrificios en pos de seguir sus sueños y avanzar en sus inestables carreras, pero quizás lo sea un poco más para sus familias, que los acompañan paso a paso en cada decisión, como actores secundarios de los logros y las caídas de sus hijos.

Es por eso que en este día del padre, decidimos contactar a los papás de un par de jugadores esmeraldas para que nos platicarán acerca de sus experiencias, de las alegrías y los sinsabores que les ha dejado el acompañar a sus hijos por el viaje del futbol y del sentimiento que les ha dejado el verlos crecer y hacer sus vidas al lado de un balón.

Esto fue lo que nos respondieron.

 

Sergio Colombatto: “Es un orgullo total”

Sergio Javier Colombatto tiene 53 años, “Categoría 67”, precisa. Jugó al futbol amateur en su natal Ucacha, Córdoba, en el interior de la Argentina, pero a pesar de que sí llegó a probarse, no alcanzó a ser profesional. “No todos tienen la oportunidad de llegar”, explica sin remordimientos.

Así que hizo su vida en su pueblo natal, donde trabajó durante 25 años en el transporte de pasajeros y como comisionista. Se casó y tuvo a dos hijos, Santiago Colombatto y una niña que a su vez ya le ha dado a sus dos primeros nietos.

Y desde que estaba chico, ya intuía que el pequeño Santiago tenía futuro pateando balones.

“Nosotros somos de una familia futbolera, tenía mi suegro que jugaba al futbol también en la zona, estamos todos conectados en el futbol y bueno, esa fue la idea desde siempre, de chiquito desde los cuatro o cinco años lo llevaba a la cancha y a él le gustaba entonces lo hicimos con gusto. No fue fácil, pero gracias a Dios se cumplió su sueño de ser jugador profesional”, recuerda.

Sergio comparte que el estar enclavados en un pequeño pueblo de la provincia sí complicó el desarrollo temprano de Santi, pero su talento le ayudó a sobresalir, y antes de que se diera cuenta, se tuvo que despedir de su pequeño hijo, que a los diez años se marchó a Buenos Aires, a 600 kilómetros de distancia.

“Él empezó a jugar en la liga del pueblo mío, Ucacha, ahí jugó hasta los diez años, y a su vez jugaba en un equipo de Villa María, una ciudad que está a 200 kilómetros, y ahí jugaba en un equipo que se llamaba El Salto. Ahí lo vio un cazador de talento que se llama Luis Pereyra de River, en 2007 cuando tenía nueve o diez años. De ahí lo invitaron a un campeonato a Junchal y a Santa Fe, anduvo muy bien, entonces lo llevaron a Buenos Aires a prueba en una pensión, y como era muy chico pues no es fácil dejarlo ir, pero se quiso quedar, dijo que se iba a vivir a Buenos Aires, a 600 kilómetros de donde estamos nosotros. Se fue a la pensión de River, donde había 20 pibes, en ese momento estaban en las inferiores de River tipos como Driussi, Borré, Gonzalo Montiel que estaba con él, Exequiel Palacios, así que bueno, con diez años se quedó a vivir en Buenos Aires y empezó a hacer la carrera, estuvo siete años en Buenos Aires”.

Quizás para Sergio lo más complicado de toda la carrera de Santi haya sido ese momento: dejar ir al chico a los diez años a que iniciara su vida.

“Nosotros lo queríamos acompañar en su carrera, pero no calculamos que se iría tan jovencito. No fue fácil, 600 kilómetros, un pibe de 10 u 11 años viviendo solo en una pensión, está bien que River te da todas las comodidades, pero no es fácil, familiarmente nos costó, pero nosotros veíamos que él estaba bien, estaba cómodo, entonces lo seguimos acompañando”.

En la academia de River, Santi hizo la primaria y siguió con sus estudios mientras crecía como jugador, pero cuando alcanzó los 17 años y ya apuntaba al equipo reserva y al profesionalismo, se dieron cuenta de que no habría mucha oportunidad de destacar en el primer equipo del Millonario, por lo que buscaron una alternativa en otro continente.

“Uno va viendo, cuando Santi ya tenía 17 años y ya van pintando los chicos para salir a las reservas, en ese momento estaba Guido Rodríguez, estaba Kranevitter en el medio campo en primera, y veíamos que iba a ser complicado que le dieran la oportunidad, entonces salió esta oportunidad de salir a Italia, nosotros teníamos una conexión, hablamos con la gente de River Plate para ver la posibilidad de que me dieran el pase para que se fuera a Italia porque él quería ir a jugar a Italia. Entonces con la conexión que teníamos se la jugó y se fue. Estuvo a prueba en varios equipos, pero quedó en Cagliari”.

Y aunque sabían que apoyaban a Santi para que siguiera su sueño, poner un océano entre un padre y su hijo fue otro golpe incalculable.

“Ya Buenos Aires era lejos, imagínate a Europa; no te quiero contar la historia de la madre, porque uno como hombre la va piloteando, pero la parte maternal es más brava. Pero bueno, nosotros sacamos lo positivo que él estaba haciendo lo que él quería, así que nosotros lo estábamos acompañando, pero no es fácil para los padres tener al hijo tan lejos. Por lo menos vimos los frutos, ahí en Italia apenas fue y ya agarró el equipo primavera del Cagliari, a los tres meses ya estaba en el primer equipo en Serie B, en menos de seis o siete meses ya debutó en Serie B”.

La aventura en Italia tuvo sus altibajos, sobre todo porque en Cagliari no terminaban por darle toda la confianza, y vivió una serie de cesiones en Serie B hasta que termina siendo comprado en Bélgica.

“Santi como era un chico muy joven de 18 años, asciende con el Cagliari pero lo mandan a préstamo con el Trapani, otro equipo de la Serie B, que estuvo un año ahí, regresa a Cagliari y lo vuelven a prestar ahora al Peruggia, porque decían que era muy joven todavía y para que se fuera fogueando, después recae en el Hellas Verona, donde asciende, que anduvo muy muy bien, pero al no ver las posibilidades nuevamente de quedarse en el Cagliari, aparece un equipo de Bélgica para comprarlo”.

A la par de este vaivén de equipos y experiencias, Santi y su familia deben luchar con la lejanía, y con los retos de la vida cotidiana, como las fiestas y los cumpleaños, que hacen que la ausencia y la melancolía se sientan mucho más fuertes.

“Son muchas cosas, hay eventos, cumpleaños, fiestas, en este ciclo también pasamos por la pérdida del abuelo, que era una persona muy allegado a él y él estaba en Italia, no fue fácil. Lamentablemente la gente no entiende la vida de un futbolista, cree que todo brilla y no es así, hay que quemar muchas etapas de un chico común, imagínate que a los 18 años Santi ya estaba en Europa, tenía siete u ocho años fuera de casa, conviviendo con otra gente, no con su familia, a la distancia, eso no es fácil, pero gracias a Dios dio frutos”.

Aún así, Santi hacía su propio camino, y debutó en primera división en Bélgica, donde no obstante se enfrentó al reto de una cultura completamente diferente a la latinoamericana y la italiana.

“Fue muy difícil por las costumbres, el clima, el idioma, pero fue un año y medio donde también aprendió mucho. Era muy complicado, nos costó muchísimo relacionarnos con la gente, ellos hablan francés, alemán, una mezcla ahí, un poco inglés, no era fácil comunicarse, pero Santi tuvo la suerte de tener tres o cuatro compañeros que hablaban español y el preparador físico era italiano, y como el italiano lo dominaba muy bien, entonces podía relacionarse, pero no fue fácil. El futbol belga es muy cerrado, son fríos, nada que ver al futbol americano”.

Este reto hizo que Sergio y Santi valoraran aún más el calor de la gente, la pasión por el futbol y la trascendencia de un equipo. Por eso cuando apareció la chance del Club León, de volver al continente americano, un poco más cerca de Ucacha, y de volver al idioma español, no se lo pensaron dos veces, y enseguida se dieron cuenta de que había sido la decisión más acertada.

“Estuvimos nosotros en enero por León, para su cumpleaños, le caímos de sorpresa, hacía casi año y medio que no lo veíamos por toda esta enfermedad, y desde el primer momento que lo vi, veía la ciudad y muy diferente, anduvimos de shopping y aunque tenía poquito que había llegado, ya lo conocía la gente, ya se sacaban fotos, le decía: 'Santi, te cambió la vida', y me dijo: 'Sí, papi, esta gente son muy parecidos a nosotros'. Santi tiene mucha personalidad, es de genio bastante fuerte, pero está muy contento en México y muy contento en León”.

A León llegó casi como un desconocido, un argentino proveniente de Bélgica del que no se sabía prácticamente nada, por lo que su rendimiento sorprendió de manera grata a los aficionados, aunque para su padre esto no fue ninguna sorpresa, pues ya intuía que el futbol mexicano, y en especial el del León, le caería bien a su hijo.

“Yo sigo mucho el futbol y yo ya seguía al futbol mexicano, me gustaba desde antes, y yo sabía que Santiago, las condiciones de juego que él tiene, con los jugadores que yo veía en León, yo sabía que él iba a calzar, porque es un chico que le gusta mucho el futbol al piso, jugar de primera, y yo veía al 'Chapito' Montes, que es un fenómeno, a Navarrito, ¡qué jugador!, y yo ya pensaba que con esos dos o tres jugadores iba a ser la diferencia, y así ha resultado. A Santi le gusta mucho el futbol al pie, no le gustan los pelotazos, así jugaba el León de Ambriz y yo sabía que cuando a Santi le dieran la oportunidad, no la iba a desaprovechar”.

Ahora, espera que con Ariel Holan, Santi siga creciendo como titular y siga compitiendo al máximo nivel.

“Acá en Argentina está considerado como uno de los técnicos más trabajadores, está siempre encima de los jugadores, trabaja muy bien la parte física y futbolística, y ha tenido muy buenos resultados acá. Yo creo que va a andar bien, acá levantó a un equipo como Independiente, que llegó y el plantel aceptó sus ideas y cambió rotundamente el equipo hasta que se coronó campeón. Yo le tengo mucha fe, porque son técnicos que trabajan mucho, entonces me parece que va a andar muy bien, y conociendo al plantel de la Fiera, va a ser un equipo importante si lo trabaja”.

Con esta nueva etapa en León y con los Juegos Olímpicos en puerta, Santi vive un presente esperanzador, y aunque estas son alegrías para él y su familia, Sergio no olvida que todo ha llegado gracias a los sacrificios que su hijo ha hecho a lo largo de su vida.

“Lo más difícil, yo creo que fue la distancia siempre, de la familia, es una persona muy familiera, no es mucho de salir, es un chico muy tranquilo, muy profesional, tiene una idea y se cuida muchísimo porque quiere cumplir sus objetivos y sus sueños. Nosotros tenemos la suerte de que fuimos hace un mes a León, pero ya lo estamos extrañando. Por lo menos estamos contentos de que está cerca en México, le está yendo bien, y es muy querido por la gente, que para nosotros eso es importantísimo”

De cualquier modo, concluye que ser padre de Santiago Colombatto, no puede ser nada más que un orgullo.

“Es un orgullo, para la familia, nosotros todos los partidos antes de que salga, nosotros con mi señora nos ponemos la ropa, le mandamos un video de apoyo con los sobrinos, con la hermana, es un orgullo total, y contento porque él está cumpliendo su sueño”.
 

Fidel Ambriz: “Ver a tu hijo pisar el Glorioso es una sensación increíble”

Fidel Ambriz Suárez tiene 45 años cumplidos. Es originario de Zacapu, Michoacán, pero a los 22 años se vino a León a seguir a la mujer que sería su esposa, Elizabeth González Mora. Aquí ambos estudiaron, se casaron y formaron una familia integrada por Diana Laura, de 21 años, Fidel de 18, y el pequeño Iván de 11, todos nacidos y criados ya en León.

A Fidel siempre le gustó el futbol, desde que vivía en Zacapu. Ahí jugó en Tercera División, pero no hubo oportunidad de seguir. “Tuve una invitación para el Atlas cuando estaba estudiando, pero era o estudiar o jugar, y decidimos estudiar, no hubo oportunidad”, explica.

Sin embargo, su hijo heredó ese gusto por los balones, y desde muy pequeño empezó seguir la pelota, aunque fuera solo como un juego.

“A mí me encanta el futbol, y desde pequeñito yo jugaba con él. Desde los tres o cuatro años empezamos a buscarle un equipito porque la cancha de futbol ahí en la cocina y en la sala ya nos querían matar, y era de diario estar jugando. Desde pequeñito le gustó mucho, no es que haya sido algo inculcado, a lo mejor porque veía al papá en los juegos, yo aquí en León jugué en algunos torneos de los ranchos y me lo llevaba y ahí se quedaba afuera casi llorando porque quería entrar, y así empezamos a buscarle, nos recomendaron la deportiva, estuvimos viendo los equipitos, nos acercamos a uno que nos abrieron la puerta, se llama Avanza, y ahí ese mismo día lo metieron a jugar, sin credencial ni nada, y pues él feliz. Y de ahí empezamos, desde los cuatro años, estuvo un ratito en el Palmeiras y en otros lados, pero el principal fue el Avanza en la Deportiva del Estado, en una liga que se llamaba Siglo XXI, creo que ya no está, pero ahí empezamos”.

De hecho, recuerda que él mismo dirigió a su propio hijo en esa primera etapa formativa.

“Yo al medio año, como veían que les hablaba y sabía de futbol, y como es un club de familias, no eran profesores de una escuela formal, pues me invitaron a dirigir, y como desde los cuatro y medio yo dirigí a Fidel, hasta los diez que me lo quitaron ya en las visorías, pero sí fue un periodo largo de muchos torneos, ir a los torneos del Atlas, torneos estatales, y desde ahí estuvimos con él y con los chavos”.

Entonces el futbol era poco más que un pasatiempo, pero a los ocho o nueve años, Fidel empezó a notar que su hijo tenía aptitudes que lo hacían destacar.

“Siempre fue muy hiperactivo, y yo como entrenador lo ponía a veces hasta de portero, pero siempre vimos que tenía muy buena ubicación, no se perdía como el resto de los niños que van todos tras el balón, él no, él se abría un poco más, tenía un poco más de visión. Y ya como a los ocho o nueve años varia gente nos empezó a decir que tenía cualidades, y ya a los diez años, supe que iba a haber visorías del León y llevé a tres o cuatro chavitos de mi equipo, y ahí el profe 'Ganso' Santillán, que estaba al frente de esa visoría, arrancando el juego, sin que la hubiera tocado ni nada, le pidió su nombre inmediatamente, así empezó”.

En agosto de 2013, Fidel ingresó a las inferiores del Club León, y comenzó su camino en futbol profesional, lo que no solo significó un nuevo sacrificio para él, sino para toda su familia.

“Es muy pesado. Nosotros siempre anduvimos en la deportiva, entrenábamos dos o tres días por semana y jugábamos los domingos, pero ya con el León eran entrenamientos diarios y fue muy duro hasta para nosotros por el sacrificio de que duramos cinco años llevándolo y trayéndolo, diario. A veces era en la deportiva, pero luego los alternaban en la Casa Club por el Tajo a Santa Ana. Y fue ya hasta los quince años cuando lo empezamos a enseñar en el carrito que tenemos, gracias a Dios, y ya desde los 15 y medio ya empezó a irse solo, pero antes sí era sacrificar toda la tarde, chamba y todo dejarlo. Fue mucho sacrificio. Pero ya cuando empiezan a viajar en los torneos sub-13 es cuando empiezas a notar que ya es en serio, es un sacrificio que hay que hacer tanto de las familias como ellos, porque también ellos tienen que cuidar su alimentación, pararse temprano para llevarlos al estadio porque salen a las tres de la mañana, o que regresan a las 12:00 de la noche, ahora vas a Veracruz, pagar los uniformes, todo lo que conlleva ese cambio de estar en un equipo llanero a ya empezar donde te exigen, pues sí cambia, pero ya empiezas a ver las recompensas ya cuando lo alinean, o que lo convocan. Antes decíamos: 'Imagínate, hijo, cuando vayas a conocer el estadio de Morelia, o cuando conozcas el estadio de Querétaro', y así poco a poco ha ido creciendo y conociendo”.

El futbol le trajo nuevas experiencias a toda la familia, tanto positivas como negativas, y cuando todavía era sub-13, Fidel probó por primera vez uno de los golpes de injusticia que puede llegar a tener el futbol, por lo que incluso estuvo a punto de dejar la academia esmeralda.

“Esa fue uno de los principales golpes de Fidel. En una convocatoria para un nacional sub-13, lo bajaron casi casi del camión. A una semana de irse a ese nacional, llegó otro jugador, lo sustituyeron, y le dijeron: '¿Sabes qué? Tú no vas'. Él venía siendo titular, y pensaba que sí viajaba y de pronto ya no. Y su decaída fue por el tacto de cómo se dio la situación, y dijo: 'Ya no quiero seguir aquí', ya no se presentó uno o dos días, y tuvieron que hablarme unos profes y me pidieron chance de hablar con él. Nosotros pensábamos buscar en otros lados, en Atlas o en Aguascalientes, pero fue a hablar con ellos y hablaron conmigo y le seguimos, después hubo cambios de profesores y se retomó el curso, pero sí, esa fue la única ocasión que estuvo a punto de tomar nuevos aires”.

Así creció el pequeño Fidel, con el sueño claro de que no importaría como, pero su vida estaría ligada siempre al futbol. 

“Fidel desde chico dijo: 'yo quiero ser futbolista”, y era desde que llegaba y veía repeticiones de partidos, es muy bueno para aprenderse nombres de jugadores, de entrenadores, se paraba en las madrugadas a ver los sorteos de la Champions, siempre muy apasionado, y como a los 14 o 15 años, que veíamos que ya iba a cambiar horarios y de categoría, pues le preguntamos cual era su plan, y él dijo: 'No papá, si no llegara a ser futbolista, yo quiero algo relacionado al futbol: entrenador, árbitro, preparador físico, pero si estudio quiero que sea algo en ese ámbito', y encontramos una prepa que maneja un proyecto justamente con jugadores de alto rendimiento y les hacen un plan de estudios sin materias de relleno. Él se lleva las tareas a las concentraciones, sus proyectos, por ejemplo ahorita que está en el primer equipo, llega en la tarde-noche y a darle a la escuela. Ya está terminando la prepa y va a entrar a la universidad, va a llevar su carrera en León en un proyecto en línea, pero ahorita que ya va más en serio en su carrera, la intención es que siga estudiando, y lo va a ir alternando, aunque sea doble esfuerzo”.

Hasta ahora, ha sido un camino arduo, aunque contrario a Colombatto, que salió de su casa desde los diez años y tuvo que batallar con la distancia y la nostalgia, Fidel sabe que es afortunado porque está con su familia, un privilegio del que no muchos gozan.

“Es una bendición, porque tiene a su familia, tiene donde vivir, y hemos conocido a compañeros de él que por ejemplo venían diario de Salamanca, todos los días por años, yendo y viniendo, sumando el gasto, el riesgo, el sacrificio de los padres, créeme que el hecho de estar aquí con su familia es algo que le ayudó bastante y eso le sumó a que siguiera, quien sabe que hubiera pasado si lo hubiéramos tenido que mandar lejos”.

Fidel y su familia perseveraron en este camino hasta que llegó al primer equipo del Club León y se ha destacado como una de las principales promesas no solo de los verdes, sino de México, pero esto también los ha acercado a una realidad que hasta ahora era desconocida, como el manejo de las redes sociales.

“Ya en este ámbito, algunos te lo quieren hacer un dios, otros te lo quieren casi matar, otros les rayan su madre, otros su padre, de todo hay, y empiezas a aprender a no engancharte. Tienes qué ser muy cauteloso en qué poner, qué subir. Él no es de redes, pero mi señora y yo sí éramos mucho de redes y tienes que aprender a limitarte de hacer un comentario que a futuro vaya a perjudicar, y te quedas con ganas de responder, pero mejor ser cautelosos y tratar de aprender de esto, porque es nuevo para uno, bendito sea dios hasta la fecha han sido más comentarios positivos que negativos, pero va a haber su momento donde yo creo que nos lo van a acribillar, pero pues tienes que aprender en eso también, tanto él como nosotros como familia”.

Otro aspecto que no se esperaban fue el acoso de los representantes, que en cuanto Fidel comenzó a destacar, comenzaron a buscarlo y a asediarlo con cientos de propuestas a futuro.

“Desde que empezó a ir con Nacho a las giras por Estados Unidos y empezó a sonar, hubo acercamientos de muchos lados, pero sí también hemos sido cautelosos, de no a cualquiera darle entrada, sino ser muy respetuosos. Él tiene su representante, pero fuimos muy selectivos para ver si cumplía con lo que nosotros creemos lo que le puede ayudar. Buscamos que fuera una agencia certificada, validada, y consultamos, nos apoyamos con algunos profes que nos orientaron, nos decían: 'A esta sí la conozco, esta es seria', o 'Aguas con este', y eso nos ayudó mucho. Pero sí, a la fecha siguen preguntándole a él, ya directamente, le hablan de Sudamérica, de Europa, de Estados Unidos, muchos de aquí”.

Hasta ahora, y a pesar de que apenas da sus primeros pasos en el profesionalismo, la familia Ambriz ya ha vivido muchas alegrías que les hacen sentir que los sacrificios han valido la pena.

“Ha habido varias, desde la visoría donde lo jalaron al León, sentimos mucha alegría, o la principal fue su debut, pero desde el primer llamado a entrenar al primer equipo, o cuando lo llevaron a Estados Unidos, son cosas muy satisfactorias, pero el debut fue algo muy emocionante, de tantos años de trabajo y ver a tu hijo pisar el Glorioso, es una sensación increíble, y después las convocatorias, las alineaciones, el gol pasado fue otra emoción muy grande, sus llamados a selección, son muchas alegrías que va caminando paso a paso, como siempre le decimos: 'Hijo, metas cortitas y pasos pequeños', y se van logrando”.

También han sufrido algunas situaciones desafortunadas, pero sabe que Fidel tiene el deseo y la capacidad para sobreponerse a todo y llegar muy lejos.

“Decepciones también ha habido de todo, las no convocatorias, cuando no lo dejaron ir a selección porque Nacho lo tenía contemplado, sus lesiones, tuvo una la temporada anterior que se resintió de la rodilla, y ese tipo de detalles te afectan, pero en general creo que han sido más satisfacciones que caídas, te puedo decir que estamos muy agradecidos con el club por las oportunidades que le han dado, y también la satisfacción de ver que él ha respondido y que le está echando todas las ganas, es muy concentrado, muy disciplinado, muy atento a lo que le dicen”.

Al final, seguir la carrera de tu hijo es una sensación indescriptible, y lo mejor de todo es la certeza de que lo mejor está todavía por venir.

“A uno le apasiona y le encanta el futbol, y cuando ves a tu hijo ir avanzando, es una satisfacción muy grande. Ahora que fue el gol empezó el WhatsApp y el llamadero de nuestras familias y amigos en Michoacán, nuestros amigos de aquí: 'Qué golazo', duramos buen rato contestandoles a todos, y pues una satisfacción muy grande, pero también tienes que tener cuidado de no alardear, más bien tener los pies en la tierra y despacio, nada más agradecer todas las felicitaciones”.

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