¿Clásico? Ahorita no, pero gracias

Como sucede cada seis meses, el encuentro entre León y Tijuana ha comenzado a calentarse desde la frontera, donde los Xolos han vuelto a referirse al partido como un 'clásico'.
En esta ocasión, fue el lateral Vladimir Loroña quien afirmó que el encuentro tiene un tinte especial y que la rivalidad ha incrementado hasta darle otro trasfondo a estos duelos.
"Sí, claro. Platicando con Gamiz, con Gacelo, con los más chavos que están desde toda su vida aquí, sí sienten todo eso, toda esa tensión de que es un clásico", expresó Loroña.
Y quizás pueda ser cierto, pero solo en un sentido. A lo largo de apenas 13 años de historia, los Xolos han tenido poco tiempo para generar una rivalidad importante, y luego de cruzarse con la Fiera en instancias importantes desde la Liga de Ascenso y después en la Liga MX, decidieron que los esmeraldas serían su clásico rival.
Montaron campañas publicitarias y los jugadores hicieron declaraciones al respecto, y aunque hubo un gran esfuerzo desde Baja California para calentar estos partidos, la realidad es que en el Bajío pocos aficionados verdiblancos le dan a Tijuana esa relevancia.
Y no podía ser de otra manera. Porque contrario a ellos, el Club León tiene 76 años de historia en los que ha protagonizado rivalidades con algunos de los equipos más tradicionales e históricos de todo fútbol mexicano.
En sus inicios, en los cuarentas, León tuvo una rivalidad muy fuerte con el mítico Atlante de Horacio Casarín, y después se enfrascó con el mejor Zacatepec de la historia en tres finales consecutivas de copa. Después, forjó con Chivas lo que muchos consideran como el primer clásico nacional entre los dos equipos más exitosos del fútbol mexicano de su tiempo.

Cortesía Erick F. Lugo
La Fiera también ha protagonizado rivalidades locales y regionales con equipos como Unión de Curtidores o Celaya, y en tiempos más recientes el América y el León han compartido una historia de juegos pasionales y polémicos tanto en liga como en liguilla, o hasta en una final.
Pero sin dudas la rivalidad histórica más caliente y pasional no es otra que con el Irapuato. Los encuentros entre equipos leoneses e irapuatenses datan desde la década de los veintes del siglo pasado, y a lo largo de cien años los verdes y los freseros comparten una historia de odio deportivo que muchas veces ha trascendido la cancha.
Esa es, para bien o para mal, la rivalidad histórica del Club León, el único y verdadero Clásico del Bajío, un partido en el que se han jugado ascensos, clasificaciones, y que ha terminado muchas veces a golpes tanto dentro como fuera de la cancha. Es un duelo que ayuda a entender que las rivalidades no se pueden construir, sino que se van forjando a goles, patadas y dignidad.
Todo lo contrario a la rivalidad que se presume desde la frontera, una que se siente artificial, que carece de episodios que le den autenticidad; y aunque en un momento, a principios de la década pasada, parecía que el duelo podría crecer y llevar ese camino, al final se quedó solo en una posibilidad, sobre todo por la caída de nivel de los Xolos.
Nada está escrito, y quizás en el futuro León y Tijuana logren concretar una rivalidad que trascienda lo deportivo y que se convierta en un duelo por el orgullo y el honor. Quizás dentro de cinco años, o diez o veinte, el aficionado esmeralda ya espere con ansias el partido frente a Xolos para descargar una furia alimentada por los años y que termine por convertirse en una tradición.
Pero hoy Tijuana representa apenas tres puntos más, y con la Fiera en su punto más alto y con Xolos en medio de su enésima reestructuración, el duelo apenas y hace ruido.
¿Clásico? Ahorita no, joven, pero muchas gracias.