A matar o morir: vamos por la octava

¿Qué tan valioso era el triunfo ante Tijuana? ¿Qué tan importante era jugarse todo por el segundo puesto de la clasificación? ¿Acaso la localía en la vuelta de los cuartos de final y semifinal merecía el perder a Andrés Mosquera? ¿O el central tenía que haber descansado para ser el pilar del equipo en la liguilla, sin importar si la Fiera caía hasta el sexto puesto?
Para Ignacio Ambriz la respuesta debe ser clara: el Club León solo sabe jugar a ganar. En realidad no había nada que pudiera haber hecho para evitar la lesión de Mosquera. Si dejaba a Nacho González más minutos en el campo lo arriesgaba a recaer, porque no hay que olvidar que tenía casi dos años sin ser titular en un partido de liga. Y además Mosquera necesitaba ritmo y minutos de cara a la fase final.
Al final, solo el tiempo dirá que tan pesado será el sacrificio del central colombiano para la búsqueda del campeonato. Por lo demás, la conquista de la frontera sirvió para recordar que el León sabe competir, que a pesar de las ausencias y las lesiones, a pesar de no presumir récords como la temporada pasada, a pesar de estos y más problemas, el equipo todavía pudo ser el segundo mejor de todo el torneo, y ahora la misión será ganarle a todos los que se les pongan enfrente hasta alzar una copa que será catárquica.
Ahora, contrario a la campaña pasada, no son necesarias doce victorias para hacer historia, sino solo seis, pero son las seis más complicadas. Restan tres semanas a ida y vuelta, donde la Fiera debe demostrar que ha madurado, que su furia se puede traducir en goles y en victorias, y que están listos para derrotar a quien sea en donde sea.
Y justo por eso el partido ante Tijuana fue lo mejor que le pudo haber pasado al Club León.
Sí, aunque se haya dado la lesión de Mosquera y aunque los verdes hayan terminado los dos tiempos pidiendo la hora. A pesar de todo, este fue el mejor partido con el que la Fiera pudo haber llegado a la liguilla.
¿Por qué? Porque recordaron cómo sufrir. Porque demostraron que tienen la capacidad de enfrentar todas las situaciones adversas posibles, y de todos modos salir avantes. El León de Ambriz no es infalible, pero es eficaz. Su misión es tirarse al frente, pero si hay que resistir con uñas y dientes, lo pueden hacer. Ayer sobrevivieron cerca de 25 minutos con un solo central nominal, y esa muestra de carácter y gallardía representa perfectamente el por qué son el mejor equipo de todo el 2019 en México.
Ahora viene la prueba de fuego, y el León no puede estar más listo. Porque pierden certeza y seguridad con las ausencias de Mosquera e Iván Rodríguez, pero ganan corazón y liderazgo con los regresos de Nacho González y Luis Montes. Porque en los momentos de duda, cuando Macías no puede y cuando Mena se nubla, entonces aparece Sosa o aparece Meneses, o Campbell, o Ramos o Yairo, y nos recuerdan que no hay generales sin soldados rasos.
Porque la ciudad está lista, desde las fábricas hasta los salones de clases, desde las plazas hasta los bares. El pueblo verdiblanco está ansioso por la victoria, y sabe que sus gladiadores esmeraldas están listos para triunfar.
El momento ha llegado. El León busca su octava corona y ya no hay lugar para la tibieza. Desde ahora ya solo nos queda matar o morir, y por extraño que parezca, a esta Fiera ningún otro escenario le pinta mejor.