Un día llamado ascenso

Si se lo preguntas a cualquiera de las casi treinta mil personas que estábamos ahí esa noche, te van a decir casi lo mismo, la anécdota va a sonar muy idéntica. Y esa idea de preguntarlo e incluso recopilar el testimonio de cada una de esas personas tendría un valor redondo y total en comparación con lo que yo puedo contarles en estas líneas. Ahora que lo pienso, pesa un poco la tarea de querer hablar por todos y todas, y atinar.
Pero que quede claro también que son mis sensaciones de tal anhelo, y que aún con la similitud que puede haber de hincha a hincha, yo y cada una de esa gente vamos a tener algún mínimo detalle que nos separe del resto. Los que lo olvidaron, los que recuerdan borroso, los que lo recuerdan como si hubiese sido ayer y los que se lo llevaron a la tumba.
Cuando soñamos las posibilidades son infinitas. Los escenarios imposibles se vuelven alcanzables con solo cerrar los ojos y dejarse llevar. Y de cualquier forma, – agradezco que sea así – la vida y todo lo que sucede nunca es como lo esperábamos y mucho menos como lo soñábamos. Y es justo por eso que pareciera que ha sido todo producto de la mente y que, aun habiendo pruebas de lo sucedido, el recuerdo es lejano, mágico y produce las sensaciones que sólo ciertos momentos pueden causar.
Acostumbrados al fracaso, lo que pasó aquel día resultaba alucinante. Espero no sonar como un loco y quedarme solo en esta idea, pero creo que esperábamos, muy en el fondo, una caída más. Como quien sabe que va a doler, pero igual lo hace. Como quien sabe que ya no tiene más que perder.
En este punto todo es confuso, ahora quiero saber si aquel día realmente era todo culpa de un sueño, o si justo aquella noche íbamos despertando de diez años de una horrenda pesadilla. Pensando en el 27 de abril del año 2002, el día en el que se jugó el último partido en primera, es improbable que haya existido el soñador que imaginase diez años como los vividos, y sin embargo, como en los sueños y en la vida, fue posible.
Ahora estamos aquí. Un 12 de mayo de 2021, nueve y diecinueve años después. Dos recuerdos totalmente distintos, imposibles, y probablemente jamás soñados como sucedieron.