#TodosSomosAmbriz
Ayer, para sorpresa de todos los fanáticos verdiblancos, Ignacio Ambriz encaró el partido más importante de la temporada con un cambio puntual en su zona baja; un movimiento táctico que no había intentado en toda la temporada, y que terminó por costarle dos goles y la derrota en Puebla.
Y es que ante la baja confirmada de Yairo Moreno, el estratega esmeralda decidió apostar por Andrés Mosquera, que había estado lesionado durante casi todo el torneo, en vez de por Osvaldo Rodríguez, quién suplió a Yairo en las últimas jornadas de la temporada regular.
Así, Mosquera y Stiven Barreiro cubrieron la defensa central, mientras que William Tesillo se recorrió a la lateral izquierda, y Fernando Navarro jugó en la lateral derecha. Estos cuatro futbolistas apenas y habían jugado juntos en un partido oficial, y se noto que no había química ni coordinación entre ellos.
Y como no podía ser de otra manera, la hinchada se le fue a la yugular al técnico de la Fiera. De pronto, todos fuimos Ambriz, fuimos técnicos titulados con décadas de experiencia en el fútbol, y juzgamos su decisión sin piedad ni consideración. Se había equivocado clara y flagrantemente, y merecía que se lo señaláramos de todas las formas posibles.
Ya ni siquiera nos importaron sus excusas. “Tenía en mente jugar con gente rápida atrás para cubrir los contraataques”, dijo después del partido. Pero eso no cambiaba su error ni su derrota. Se equivocó, y debido a él estábamos ahora más lejos del campeonato.
Pero mientras fuimos Ambriz y criticamos sus decisiones y sus motivos, nos olvidamos de sus aciertos. Señalamos su falla por querer probar cosas nuevas, pero nos olvidamos que cuando se ha atrevido a salir del guión establecido suele encontrar joyas inesperadas.
Porque hace dos años aplaudimos su atrevimiento al colocar a William Tesillo como lateral. Y después alabamos cuando colocó a Jean Meneses como contención. Nos sorprendimos cuando alineó a un desconocido José David Ramírez, y cuando lo puso en tres posiciones diferentes, y aunque no estábamos de acuerdo, nos demostró que la decisión acertada fue mandar a Meneses a la tribuna para sacar lo mejor de él.
Se ha arriesgado y le ha funcionado, y eso le ha dado crédito suficiente para realizar los ajustes tácticos que crea necesarios. Y aunque se puede equivocar, y las cosas pueden salirse de sus manos, como ocurrió ante Puebla, no nos queda más que confiar en que ha aprendido lo que debía aprender, y que corregirá lo que deba corregir el sábado.
Porque en la vuelta todos volveremos a ser Ambriz. Volveremos a ponernos en sus zapatos, pero esta vez para apoyar, porque ya no queda margen de error, y solo si todos marchamos parejo, podremos superar los cuartos de final.
No es fe ciega ni adoración desmedida, sino simple y llano apoyo cuando más se necesita.
Hoy, el destino del Club León yace en las manos de Ignacio Ambriz y en las decisiones que él tome, y no podemos hacer nada para cambiar eso. Así que lo único que nos queda es confiar en que el mismo tipo que nos devolvió el protagonismo, la estabilidad y la identidad que tanto añoramos pueda encontrar la iluminación, remontar el resultado y llevarnos hasta el campeonato.
Seamos todos Ignacio Ambriz, respaldemos sus decisiones, y demostremos que unidos siempre seremos mucho más fuertes.