¿'Tita' o el 'Chapo' Montes?

01 Apr, 2021
tita luis montes
Especial

Tenemos una manía insana de compararlo todo. Desde pequeños, comparamos nuestros juguetes con los de nuestros amigos, comparamos nuestras casas, comparamos nuestras familias. Soñamos con lo que sería haber nacido en otro contexto, en otro lugar. Supongo que es parte de la naturaleza humana.

Después crecemos, aprendemos a amar lo que nos tocó y a construir lo que pretendemos, pero no dejamos de comparar. Vamos al supermercado y comparamos precios, y probamos una cerveza y otra y nos inventamos razones para justificar nuestra preferencia. Y luego nos hacemos hinchas de un equipo de futbol, y nos volvemos locos con las comparaciones.

Empezamos a medir jugadores, sus estilos de juego y sus diferencias físicas. Analizamos sus datos y afirmamos que el director técnico está mal, y que nosotros, en nuestras infinitas comparaciones, hemos descubierto la verdad oculta: que nuestro futbolista favorito debería ser titular.

Pero de entre todas estas comparaciones, está la más odiosa y banal de todas: las de épocas. Sacando de contexto mundos de otros tiempos, nos atrevemos a decir que Pelé era mejor que Maradona, olvidándonos de genios del protofutbol como Silvio Piola o Alfredo Di Stefano, que ya ni siquiera entran al debate del mejor de la historia por el simple e injusto hecho de que en sus tiempos no había cámaras.

“El fútbol de otro tiempo no nos pertenece”, escribió hace unos días Ricardo López Si para la revista Panenka. “Todos formamos parte de un universo temporal. Se puede acudir a ellos, sí, pero asumiendo que no nos pertenecen”. Es por eso que comparar a dos jugadores de distintas épocas es inhumano y antinatural.

Y es justamente lo que pretendo hacer hoy. Porque a pesar de todo, no hay dos tipos tan distintos y tan similares, separados por casi tres décadas, pero unidos a través de la idolatría de una ciudad, como Luis 'Chapo' Montes y Milton Queiroz 'Tita'.

En primera instancia, el brasileño se ganó los corazones de una generación de leoneses huérfanos de ídolos. Tras crecer con un equipo mediano que terminó con el primer descenso de su historia, los fanáticos leones de principios de los noventas desconocían lo que era la gloria. Escuchaban las historias de los abuelos, del primer campeonísimo de México y una época lejana en la que su equipo había sido el más grande, pero ellos no lo habían vivido, y ni siquiera algo similar.

En eso estaban cuando en 1990, luego de regresar a la primera división, llegó un refuerzo brasileño de 32 años, que con su sola figura cambio su realidad. Había sido campeón de la Libertadores junto a Zico, el 'Pelé Blanco', en el Flamengo, y con ellos derrotó al poderoso Liverpool campeón de Europa de Kenny Dalglish en la final de la Intercontinental de 1981. Había sido seleccionado nacional de Brasil, y fue a jugar y triunfar en el futbol europeo con el Bayer Leverkusen, donde se proclamó campeón de la Copa de la UEFA de 1987-88 frente al Espanyol de Javier Clemente. Historia pura.

Este era el hombre que llegaba al recién ascendido León de México. Venía de pasos menos brillantes en Pescara y Vasco da  Gama, pero sin duda tenía caché, experiencia y liderazgo. Algunos señalaban su edad, pero en cuento saltó al campo disipó todas las dudas.

Además, el contexto le favorecía. El León de Víctor Manuel Vucetich era un equipo socialista: todos trabajaban como obreros al servicio del estado (el equipo). Más que genios, se trataba de tipos de entregados a la causa, llenos de valor y sacrificio, capaces de dar destellos de magia que bastaban para destacar. Pero uno se salía de este guión, un mago brasilero que hechizaba a la tribuna con sus goles imposibles y sus pases increíbles. Un diez de la vieja escuela, que se colaba a la frontal del área esquivando patadas para soltar cañonazos que doblaban las manos de los pobres porteros rivales.

El equipo, como no podía ser de otra manera, giraba en torno a él, que no defraudó y les entregó el quinto campeonato de su historia: “el título del 92, el de 'Tita'”, dicen los aficionados esmeraldas al recordar ese año, cuando probaron por primera vez el elixir hasta entonces desconocido de la gloria.

Eso te marca. En muchos jóvenes leoneses nació un amor inesperado, que bailaba al ritmo de la samba de 'Tita'. Tuvo varios vaivenes, un paso efímero por Puebla y un regreso triunfal al Bajío, aunque ya no pudo repetir títulos. De todos modos, los goles nunca faltaron, y se quedó a tres del centenario de anotaciones con la Fiera.

Casi 20 años después de la leyenda de 'Tita', apareció en el Nou Camp la figura menuda y dicharachera de un joven desconocido; Luis Montes se llamaba, llegado de Pachuca con la misión de romper una maldición de diez años en el infierno. No era que no esperáramos nada de él, es que ni siquiera lo conocíamos.

El contexto era prácticamente el mismo: una generación de jóvenes leoneses que en más de diez años no sabían de otra cosa más que de la derrota y el fracaso. Esos chicos habían crecido entre decepción e impotencia, y su fidelidad era escupida e insultada cada seis meses con equipos que se quedaban siempre e invariablemente en la orilla.

Entonces este futbolista desconocido comenzó a tomar la pelota por la banda izquierda y dejó ver que  era completamente diferente. Así comenzó su historia en 2011, y diez años y tres campeonatos después sigue aquí, con el diez en la espalda y la cinta de capitán en el hombro, dejando su magia y su pasión en cada partido, y más que eso, demostrándole a los jóvenes leoneses que no hay derrota ni fracaso que no se pueda superar.

Al final, y en una conclusión completamente personal, hay dos respuestas claras: 'Tita' se impone individualmente, pero el 'Chapo' es mejor para el equipo.

Los números son claros: 'Tita' marcó 97 goles y puso otro tanto más de asistencias para ser el tercer máximo goleador de la historia del equipo. Fue el líder indiscutible de su León, el solista de la sinfonía, sobre el que tocaba el resto de la orquesta.

Luis Montes está muy lejos en cuanto a goles, con 55, pero su aporte es mucho gran integral. No es el solista, sino el director de la orquesta, y él dirige y saca el mejor potencial de sus compañeros. Su futbol le ha dado tres títulos al Club León, y lo tiene en busca del primer título internacional de toda su historia.

Al final, odiosas y sin sentido, las comparaciones también son un halago, sobre todo cuando son acerca de dos tipos que, cada cual a su manera y en su tiempo, lograron hacernos tan felices. En eso no tienen comparación.

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