Santiago Colombatto: el derecho de crecer
“Todavía soy joven y sé lo que quiero, gracias a Dios, y eso es importante. Y sin dudas, que en algún momento de mi carrera me gustaría volver a Europa”.
Estas palabras las dijo Santiago Colombatto en abril de 2021 en entrevista con Guadalupe Sena para AS. Entonces tenía apenas cuatro meses en León, y solo unas semanas de haberse hecho con la titularidad, pero desde ese momento ya dejó ver que su meta era volver a Europa.
“Estoy en una etapa muy linda, soy joven, estoy disfrutando, me está yendo bien y este 2022 es un año para explotar mis deseos como jugador y también a nivel de equipo. Deseo poder salir campeón con el club y volver a Europa consolidado, que es lo que vengo buscando desde mi llegada a León”.
Esto lo dijo con Diego Yudcovsky para el portal 90min.com en enero de 2022, luego de perder la final frente a Atlas. Su discurso no cambió, ni tampoco su sueño de regresar a triunfar al futbol europeo.
No era un secreto para nadie. Él fue siempre honesto y frontal. León era parte del camino, pero el objetivo final era regresar a Europa y consolidarse en el mejor futbol del mundo. Es, a fin de cuentas, el deseo de crecer, de no quedarse estancado en México, de superarse.
Sin embargo, parte de la afición no lo entiende así, y es comprensible. Es difícil admitir que tu club es un equipo de paso de cara a un reto más grande. Pero seamos sinceros, ¿de verdad creemos que los niños argentinos crecen con el sueño de llegar al Club León, consolidarse y quedarse por siempre en México hasta su retiro? ¿Esa debe ser la meta de un joven destacado de 25 años y con proceso de selecciones inferiores?
Santiago Colombatto siempre fue sincero, y eso nunca nos incomodó. Siendo jugador del León, hablaba del sueño de jugar en la Roma y en River Plate, y entonces no fue un problema; al contrario, hubo quienes celebramos esa mentalidad y esa ambición.
No fue hasta ahora, cuando su partida dejó de ser un sueño lejano y se conviertió en realidad, que se convierte en un traidor a la causa y en un paria.
O por lo menos eso es lo que parece, porque todo indica que la única forma de salir del Club León es peleado con la directiva. Pasó desde Miguel Sabah en 2015.
“Estos seis meses para mí fueron, futbolísticamente, un infierno”, dijo.
“Me voy mal, es la primera vez en mi carrera que salgo así, pero estoy tranquilo porque defendí lo mío y si no le gustó a ciertas personas, ese no es mi problema”, remató entonces.
Después la historia se repitió con Mauro Boselli en 2018. El club no lo quería renovar, pero él no se quería ir. Y en vez de dejar que terminara su camino en León como la leyenda que es con un último torneo de despedida, la imagen final que dejó en el Bajío fue la de su figura triste en las gradas del Nou Camp, ya separado del equipo y mirando con nostalgia un partido amistoso.
Volvió a pasar solo un año después, con la salida de José Juan Macías, que fue un revuelo mediático, y que terminó con un comunicado de tono iracundo en el que el equipo acusaba abiertamente a José Juan Macías de rechazar la oferta de compra de la Fiera.
Y hasta se repitió con Nacho Ambriz, que en sus últimos meses debía soportar cada semana los cuestionamientos de la prensa sobre su renovación o su salida, situación que finalmente se saldó con su partida, y con reportes contradictorios que apuntaban a que ya fuera Ambriz, su representante o el club, habían faltado al acuerdo que antes ya habían alcanzado de palabra.
Ahora, la despedida de Santiago Colombatto, uno de los jugadores favoritos de la afición, no se da en el campo de juego, sino con imágenes de él entrenando por su cuenta en canchas de futbol siete de la ciudad y jugando cascaritas para no perder la forma, porque el Club León no se puede dar el lujo de prestarle sus instalaciones para entrenar.
Hoy, a pesar de todo, Colombatto vuelve a Europa de la mano del Famalicao. Ojalá que triunfe en su segunda aventura europea, y ojalá que en León aprendamos a dejar ir a nuestros jugadores de una manera más digna y solemne. Porque al final, y cómo quiera que sea, todos merecemos que se nos respete el derecho de crecer.