Por los que estamos, los que estuvieron y los que estarán
Por los que estamos, los que estuvieron y los que estarán.
Por los que vieron al equipo nacer; por quienes lo vieron caerse y levantarse una, dos, tres, mil veces. Por los que se quedaron cuando otros decidieron irse.
Por los hombres, las mujeres, ancianos, niños, trabajadores y trabajadoras, artistas, jubilados, altruistas que se levantaron el día de hoy con una sonrisa enorme en la cara.
Por los que creyeron, por los que no creían, por los que aún no terminan de creer. Por los que se subieron de último momento al barco; por los que nunca se bajaron cuando parecía hundirse.
Por ti, por mí, que le contagiamos esta enfermedad a alguien, enfermedad que alguien más nos contagió. Una dulce condena, que se sufre más de lo que se disfruta, pero cuando lo hacemos, la alegría parece eterna y sanadora.
Por la gente que estuvo presente en la cancha; los que viajaron y los que estaban cerca. Por los que lo vieron en la televisión, en León y en cualquier parte del mundo. Por los que siguieron el resultado desde su teléfono, y por los que sus nervios no les permitió ver más que el resultado.
Por los que soñaron con vivir algo así. Por los que no se atrevían a hacerlo, aun queriéndolo, deseándolo. Porque los sueños se cumplen.
Por este vano intento de ponerle palabras a un sentimiento inexplicable. Por las lágrimas, los abrazos, los cánticos, las banderas, las camisetas verdes, las bocinas, los saltos. Por hacer de la ciudad una fiesta.
Por absolutamente todos los jugadores en la historia, del primero al último que se pusieron la verde esmeralda. Porque esto es de ellos que han representado en la cancha un equipo, una ciudad, la tradición y la historia de un escudo que brilla y ruge.
Por ti, querido León, la razón, la alegría de mi corazón.