No me hablen de merecimiento…

La historia se construye a partir de la conquista de palmarés, pero también de los fracasos. La lástima hoy se disfraza de simpatía hacía un club por tener 70 años sin obtener un campeonato ¿eso es mérito para obtener un título? 

Lo meritorio será que hoy el futbol se vista decorosamente de pureza y todo se defina deportivamente en la cancha como lo dictan los viejos cánones. 

No me hablen de merecimiento cuando nos robaron un campeonato en 1947 y aun así nos alcanzó para ser los primeros bicampeones, el primer campeonísimo, el primer grande de México. 

No me hablen de merecimiento cuando pasamos 36 años sin saborear de nuevo el elixir de un campeonato y muchos murieron sin poder ver a nuestro equipo en la lid por la gloria. 

No me hablen de merecimiento cuando descendimos por primera vez en los 80’s y supimos regresar, reconquistando la memoria del triunfo para volver a ser campeones. 

No me hablen de merecimiento cuando fuimos vapuleados, vilipendiados y estuvimos al borde de la desaparición durante los largos 10 años del último descenso, pero volvimos y de qué manera. 

La solemnidad es más loable que la grandeza, nuestro Club quizá sea grande, pero es más una institución solemne, discreta, para el disfrute de unos cuantos que no requieren del reconocimiento nacional o de los reflectores de los llamados “grandes”. La solemnidad se alcanza con base en la sabiduría para levantarse de los fracasos, de las frustraciones y de eso sabemos muy bien los aficionados esmeraldas. Hoy día Niké y Clío lanzaran su elixir agridulce sobre nuestro escudo, dignificaran nuestros colores, glorifiquémoslas. 

Nunca se podrá expresar mejor el sentimiento que forja el Club León como en las siguientes palabras, dichas por Don Antonio Battaglia: Vestir la camiseta esmeralda, es vestir el cielo en el pecho.

Hoy día vamos sólo por la VICTORIA, háganoslo por ellos que fraguaron la historia, por nosotros que nunca hemos abandonado… Del Club León toda la vida.