Macías: La quema del ídolo
Finalmente se fue. José Juan Macías, el chico maravilla casi adolescente que vino al Bajío a iniciar su conquista del mundo, regresó a Guadalajara en busca de la confianza y los minutos que le negaron en un principio.
Su partida fue abrupta, amarga y desmerecida. El Club León publicó el sábado el comunicado que confirmaba su baja, y el propio jugador lo oficializó después en su cuenta de Instagram. Entonces comenzaron a surgir las opiniones y las críticas, y el asunto se salió de control. Una parte de la afición esmeralda comparó su salida con la vivida un año antes con Mauro Boselli, una comparación valida pero infundada.
Primero que nada, es evidente que la carrera de Macías y la de Boselli están a kilómetros de distancia. El Matador, para bien o para mal, tenía un lustro en León con una cuota regular de goles, lo que le había ganado la capitanía y la autoridad para liderar al grupo. Macías apenas daba sus primeros pasos, y además de un beso al escudo, estaba claro que su prioridad siempre fue Europa, y el León pasaba a segundo plano.
Además, una diferencia fundamental con la partida de Boselli es que, en aquella ocasión, el que comenzó las hostilidades fue el jugador. No solo con el polémico festejo como anciano en Pachuca, sino por publicar los detalles de una negociación que tenía que haber sido privada. Entonces el club respondió y se enfrentó a su propio jugador, que terminó por partir.
Ahora, fue el club el que le dio un tono agresivo a la despedida. En su comunicado, la directiva apunta que se esforzó más allá de lo posible para conseguir los 15 millones de dólares que necesitaban para realizar la compra, y que al final el jugador simplemente los rechazó y decidió irse.
El comunicado suena a ataque, a reclamo, a frustración. A pesar de que ese enojo podría estar justificado, esa no era la forma de comunicarlo, y al final el que se mostró más caballeroso fue Macías, que no respondió para aclarar la situación o para desmentir acusaciones, sino que se limitó a agradecer la oportunidad recibida, y halagar tanto al club como a la directiva y la afición.
Después aparecieron los rumores. Primero uno salido de ESPN, que decía que Grupo Pachuca le ofreció comprarlo, pero tendría un contrato de cinco años y una cláusula de rescisión de entre 25 y 30 millones de dólares, un precio demasiado alto que complicaría su pase a Europa, lo que habría terminado por desalentar a Macías.
Pero después, otra versión de Cristian Rivas para el diario AS, revelaba que el problema había sido el sueldo, pues Macías exigía ganar 2.5 millones de pesos al mes, sueldo similar al de Boselli, y que hubiera sido de los más altos jamás pagados por la directiva de Grupo Pachuca. Al contrario, Ricardo Peláez le habría ofrecido tres millones mensuales y Macías terminó por aceptar la vuelta.
Aunque ninguna de las partes ha confirmado los dichos, los rumores sí tuvieron impacto en la apreciación de la afición sobre Macías. No faltó quien lo tachara de traicionero, de no haberse comprometido al cien por ciento con la Fiera, y de poner el dinero sobre la lealtad al equipo que lo recibió antes de tener un nombre en el futbol mexicano.
Y escasearon las opiniones más cabales. Fueron pocos los que señalaron que Macías nunca le juró amor eterno al Club León, que más allá de dichos y declaraciones, respondió siempre en la cancha con goles, y que él está en todo su derecho de hacer con su carrera lo que le venga en gana.
A su llegada, se decía que al provenir de un entorno acomodado y abundante, el dinero no era un factor que entrara en la ecuación de su carrera. Ahora, a su partida, apuntan que de pronto se volvió avaricioso, y antepuso lo económico a lo futbolístico. Tal vez haya sido así, o tal vez no, pero si las Chivas le ofrecieron un aumento de sueldo considerable, también está en todo su derecho de aceptarlo.
No era un ídolo, pero se fue y lo incendiaron como si lo hubiera sido.
Al final, tal vez nunca sabremos como fue la negociación. Tal vez no sepamos si en efecto León buscaba asegurar su inversión y tasarlo con una cláusula que le permitiera recuperar lo invertido, una acción que sería completamente lógica. Y no sabremos si más bien Macías quiso ganar el dinero que creía merecer, y terminó por irse con quien sí se lo dio, lo que también es totalmente lógico.
Lo curioso es que el desabrido final de la historia empaña una de las mejores negociaciones del Grupo Pachuca con el Club León, pues pagaron apenas 3 millones de pesos (según el “Fantasma” Suárez) por el préstamo de Macías, quien marcó 19 goles para el cuadro esmeralda.
Es decir que al final, en vez de pagar 15 millones de dólares, el León invirtió solo 3 millones de pesos por 19 goles, apenas 160 mil pesos por cada gol.
Solo el tiempo responderá si la decisión de Macías fue acertada o equivocada. Es un chico valiente, que se sale del molde, y que no duda en quemarlo todo si cree que puede salir beneficiado.
Ahora a León tendrá que venir un reemplazo, un tipo que llene de goles a la delantera verdiblanca, y que seguramente protagonizará una nueva historia de polémica y traición, porque así es el ciclo, jugadores vienen y se van, y la rueda sigue girando...