Luis Montes: aún hay esperanza

A mí no me sorprende que el gesto haya sido la excepción y no la regla. El fútbol es un reflejo de la sociedad, y en una sociedad inmersa en violencia, robos, corrupción y miseria, no resulta sorprendente que el fútbol sea un poco más de lo mismo.
Competiciones sin ascenso, partidos en Estados Unidos para sangrar a los paisanos, corrupción en directivas y en la Federación, franquicias tradicionales mudadas de tajo a otra sede por unos cuantos millones, robos a granel de representantes, entre muchas cosas más, son el pan de cada día en nuestro bendito futbol mexicano.
Y obviamente, esto se traslada a la cancha: fingir faltas, buscar engañar al árbitro, meter la pierna un poco tarde para lesionar al rival, la dormilona, el codazo, el insulto...
Todas estas prácticas están normalizadas en el fútbol mexicano y hasta en el fútbol mundial, por lo que no representan ninguna sorpresa. Al contrario, la sorpresa llega cuando al minuto 89, y cuando su equipo va perdiendo por 2-1, el capitán Luis Montes nos enseña que hacer lo correcto es siempre lo correcto.
Dejando de lado la idiosincrasia de un país y de un fútbol manchado por el engaño y la vileza, el 'Chapo' demostró que todavía hay lugar para la honestidad y que todavía es posible entender que hay algo mucho más importante que el mísero resultado de un partido de fútbol.
El gesto de corregir al árbitro, señalarle que estaba en un error, y que no debía expulsar al jugador rival vale más que cualquier gol o cualquier triunfo. Ese simple gesto confirma que Luis Montes merece más que nadie el gafete de capitán que porta en su brazo, y lo eleva más allá del ídolo futbolístico que ya era, para posicionarlo más bien como referente ideológico de la institución.
Ese pequeño clip de 51 segundos en el que Luis Montes hace lo correcto a pesar del resultado, debe de convertirse ahora en el material didáctico de base con el que se les instruya a los pequeños que ingresen a La Esmeralda. Los niños deben crecer con ese gesto tatuado en su ADN; debe quedar impregnado en su idea de lo que significa ser jugador del Club León.
Porque el fútbol es un reflejo de la sociedad, y con ese pequeño acto de integridad, Luis Arturo Montes Jiménez demostró que a pesar de la violencia, los robos, la corrupción y la miseria, todavía hay espacio para la justicia, y nos demostró a los incrédulos del mundo que sí, que a pesar de todo, aún hay esperanza.