Lo que importa es la despedida, Andrés
Desde el inicio la cosa estuvo rara, ¿no lo crees, Andrés? Se siente como cuando intentas forzar algo, cuando obligas a que unos zapatos que no son tuyos, entren con calzador. Y no me malentiendas, había ilusión, claro. El verdiblanco te queda bien, de eso no hay duda, pero creo que en el fondo todos sabemos que el rojinegro te iba mejor.
La cosa estaba rara, no te voy a mentir. La verdad es que desde el principio, cuando Jesús Martínez Murguía tuiteó esas seis bombas en enero, nadie pensó en ti. Vimos lo que quisimos ver y nuestra mente se volcó de inmediato a la figura de cierto argentino pincharrata recién retirado.
Pero resultaste ser tú, una leyenda del futbol mexicano, sí, pero alguien a quien simplemente no esperábamos. Lo sabes, lo dijiste en tu presentación ante la afición esmeralda que se volcó al Nou Camp en tu bienvenida.
“Sé lo que representa este número para ustedes, hay una leyenda en el club, espero ser digno en portarlo y se identifiquen conmigo al portarlo”, dijiste. Lo agradecimos, y nos convencimos, quizás sin razón, de que no pasaba nada, de que todo iba a salir bien.
No obstante, pese a nuestros mejores deseos, algo simplemente no acababa de encajar y nada salía como queríamos.
¿Recuerdas esas primeras semanas, cuándo dijiste que no querías que te regalaran la cinta de capitán, que preferías ganártela en la cancha, con honor y sangre, como lo hiciste en todos tus equipos previos? ¿Y qué pasó? Rodolfo Cota te entregó la banda en tu primer partido. No salió la cosa como querías y todos nos dimos cuenta.
Igual eso fue un detalle y la cosa iba fluyendo, o eso esperábamos, porque en ese periodo llegaron las primeras derrotas con Jorge Bava y la frustración crecía entre los aficionados, que estábamos ávidos de una mísera alegría.
Llegaste con ritmo de competencia, venías jugando con el Betis, y creíamos que la adaptación y el ritmo no serían problema. A pesar de eso, te llevaron con calma. 15 minutos primero, 45 después. Al tercer juego llegó la titularidad, pero al quinto, en el Glorioso y frente al América, te rompiste.
“Desgarro isquiotibial de la pierna izquierda”, se leía en el parte médico, sin que ninguno de nosotros entendiera que carajos significaba eso. Pero sí supimos que estarías fuera, y la ilusión flaqueó.
Al final fueron tres semanas y media en las que te perdiste siete partidos, casi medio torneo. Para cuando volviste, León iba en la novena posición, aún en zona de play-in, pero con un futbol raquítico y desalmado, muy lejos de lo que nos enorgullece y representa.
Llegamos a pensar que tu regreso sería el viento a favor que serviría para enderezar el rumbo, pero no fue así. Jugaste los últimos cuatro partidos, con saldo de dos derrotas, un empate y una engañosa victoria ante Monterrey en casa. Fue todo, porque no alcanzamos ni play-in y mejor había que irse de vacaciones y empezar a planear lo que vendría.
Para muchos, yo incluido, tu segunda campaña sería la de la redención. Ya con pretemporada, tras seis meses en México, con ritmo de juego y conociendo ya la plantilla, no podías mas que mejorar. Pero el silbato sonó, y tu cuerpo no respondió. Te resentiste de la lesión y te perdiste los primeros tres partidos de liga. Un nuevo golpe para ti y para el aficionado, y siete meses después, parecía que aún no aterrizabas del todo en el Bajío.
Pero regresaste. Pusiste el pecho a las balas y llevaste la capitanía en medio de la mala racha que le costó el puesto a Bava, y ahora llevas siete partidos consecutivos jugando, y en los últimos, ya con Eduardo Berizzo en el banquillo, vimos como comienzas a pesar en el campo y guías el navío con el trabajo sucio desde la sala de máquinas.
Y es ahora, en tu mejor momento con el Club León y con tu regreso a la Selección Mexicana confirmado, cuando se filtra tu retiro este diciembre, descartando tu llegada al Mundial de Clubes de 2025 y cortando de tajo una historia que apenas parecía comenzar a escribirse.
Es cierto que ya lo habías advertido. Se lo dijiste a TUDN a inicios de septiembre: "Voy día a día, la verdad, tengo contrato hasta el Mundial de Clubes, es un objetivo, pero tampoco me obsesiono, más que cuando recién llegué, hablando con Jesús, el contrato está para ello, me motivaba, pero llegué, lesión, y hay que escuchar tu cuerpo, ser honesto y por eso digo, voy paso a paso, si termino esta temporada, pensaré en seguir, si no, saber reconocer y dar un paso al costado”.
No te diré qué cambies de decisión, que pospongas tu retiro, que estires tu carrera seis meses más. Tú conoces tu cuerpo mejor que nadie, y si crees que llegó el momento de decir adiós, lo entenderemos.
Pero sí quiero que te olvides de todo lo que pasó hasta ahora. Que dejes atrás estos primeros nueve meses, las lesiones y las derrotas, que sueltes el peso que tú y todo el plantel cargaban luego de más de un año de fracasos en el feudo esmeralda.
Ahora, si las filtraciones son correctas, te quedan al menos siete partidos más con el escudo verdiblanco sobre tu corazón, poco más de un mes para que acabe tu historia como futbolista del Club León.
Aprovéchalo. Hazlo contar. Lidéranos de nuevo a la liguilla, haznos competir, infúndenos con el fuego de tu alma y haznos volver a creer que la redención es posible.
Recuerda, Andrés, que no es la bienvenida lo que cuenta, sino la despedida.