León, Zermeño y el regreso de Curtidores

Esta semana, el Grupo Pachuca vivió una de sus semanas más turbulentas desde que compró al Club León en el 2010, pues se vieron obligados a abandonar el estadio Nou Camp tras el intento de toma de posesión de Roberto Zermeño.
Y en medio de toda la incertidumbre, los aficionados se han perdido entre todas las especulaciones de lo que pasará: que si la Fiera jugará los próximos años en Aguascalientes; que si el gobierno del estado expropiará el estadio; que si Grupo Pachuca cederá y negociará un arrendamiento con Zermeño.
Sin embargo, hoy nos centraremos en una de las más atrevidas, y es que según el periodista Tito Manríquez de Todo Es Fútbol, una carambola de franquicias podría derivar en el regreso de la Unión de Curtidores para jugar en el Nou Camp en un futuro.
¿Pero qué hubiera pasado si el Grupo Pachuca se hubiera adelantado, y hubiera negociado con Roberto Zermeño para quedarse en el Nou Camp, y al mismo tiempo traer de vuelta a la vida a uno de sus más grandes rivales, el Unión de Curtidores?
Imaginemos que el año pasado, tras perder todas sus opciones en la corte, el Grupo Pachuca se hubiera dado por vencido, y se hubiera sentado a negociar con el ingeniero Zermeño.
En la reunión, Jesús Martínez Patiño le presenta a Zermeño una opción interesante, que apela a su gusto por el fútbol. Y es que los Martínez le ofrecen a Roberto Zermeño la franquicia de los Mineros de Zacatecas del entonces Ascenso MX, a cambio del Nou Camp.
Y Zermeño lo analiza. La franquicia de Mineros vale 216 millones de pesos, según un cálculo de Forbes que data de enero del 2019, menos de la mitad de los 541 millones en que el estadio fue valuado por el Municipio, y aún más alejados de los mil millones que Zermeño pide a cambio del Nou Camp, según el periódico AM.
Así que las negociaciones siguen. Zermeño exige más dinero para soltar el estadio, mientras que Pachuca se resiste, hasta que llegan a un punto intermedio: Grupo Pachuca entregará a los Mineros, y completará los 541 millones del avalúo con dinero de su bolsillo a cambio de la propiedad del Nou Camp, aunque le cederán a Zermeño un contrato para que él y su equipo lo puedan utilizar sin costo alguno por un periodo indeterminado.
Así, para el Clausura 2020, los Mineros regresan a León, son renombrados como Unión de Curtidores, y comienzan su aventura de regreso en el fútbol profesional, mientras que el Club León se apropia del Nou Camp de una vez y por todas.
De pronto, el clásico leonés no solo renace, sino que se incrementa, motivado por la figura de Zermeño, que se ha convertido en el enemigo número uno de los esmeraldas.
Es cierto, Zermeño ha perdido el estadio, pero tiene un equipo para explotarlo y sacar ganancias, mientras que la Fiera asegura su hogar para el futuro inmediato, y aunque pospone el proyecto de construcción de su nuevo hogar, ya no hay tanta presión para terminarlo.
Y así, de un momento a otro, León despierta con dos equipos de fútbol profesional, y con una rivalidad histórica restablecida. La Fiera encontró a su enemigo perfecto, su contraparte, y el Unión acepta su condición de némesis, y comienza a crecer a costa del gigante verdiblanco.
Obviamente todo esto no pasó y no pasará. Tal vez toda la teoría sea inviable, exagerada y sin fundamentos, pero las posibilidades de lo que pudo haber sido son infinitas, y para los leoneses más nostálgicos, cualquier sueño del regreso de Curtidores resulta atractivo.
Ya veremos cómo se desarrolla la novela, dónde jugará León los próximos años, y si los hilos que mueven el fútbol logran resucitar a la Unión. Por lo pronto los aficionados verdiblancos seguimos expectantes y enardecidos, en espera de que el dicho se cumpla, y que después de toda esta tormenta llegue por fin la calma.