Las apuestas fallidas
El pasado 12 de julio, el Club León anunció sin reflectores ni aspavientos una baja que era un secreto a voces: Dilan Zúñiga, el lateral izquierdo chileno regresaba a Viña del Mar para jugar con el Everton, el equipo de donde había llegado apenas seis meses antes.
Esta se convirtió en la última de una larga serie de historias similares de jóvenes talentosos que destacan en los distintos equipos de la vasta red de instituciones que conforman el Grupo Pachuca, y que ven acelerados sus procesos para llegar al Club León, donde se encuentran con un muro que los estanca y que los obliga a hacer el camino de vuelta a sus equipos de origen, derrotados y desanimados, en espera de recuperar una oportunidad que les llegó a destiempo.
Así le pasó a Dilan Zúñiga, que llegó con la etiqueta de ser uno de los mejores laterales izquierdos de su país y uno de los mejores prospectos del futbol andino, pero que no era del gusto de Ignacio Ambriz debido a su perfil derecho, por lo que lo envió a la banca durante todo el semestre.
Fue así como después de irrumpir en la liga chilena y ganarse el interés de algunos de los equipos más importantes de aquel país, como la Universidad Católica, terminó por venir a México, donde apenas jugó tres partidos como titular para sumar un total de 270 minutos en la Liga MX.
A pesar de que para ganarse los minutos el futbolista debe demostrar su calidad en el día a día, en los entrenamientos y los partidos, parece evidente que el Club León apostó por un jugador que no conocía, que no era del agrado del técnico y que terminó por cortar su crecimiento justo cuando se encontraba en el mejor momento de su incipiente carrera.
Pero lo peor es que este es solo el último ejemplo de una situación que se ha repetido en incontables ocasiones. Desde Mineros llegaron Héctor Mascorro, Mauro Lainez o Miguel Velázquez. Todos eran titulares indiscutibles en Zacatecas, donde habían tenido un rendimiento excepcional, y todos llegaron a sentarse a la banca de la Fiera.
Desde Everton le pasó lo mismo a Maxi Cerato y a Dilan Zúñiga, y ahora parece que la misma situación la vive Iván Ochoa, llegado desde Viña del Mar hace seis meses y que fue elegido el mejor contención de Chile en 2017, pero que en León está detrás de Iván Rodríguez, Pedro Aquino, e inclusive del juvenil Carlos Guerrero, quien apunta a comenzar el Apertura 2019 como titular ante las lesiones de los otros medios defensivos.
Entonces, ¿por qué Grupo Pachuca sigue trayendo a León a jugadores prometedores que no están listos para competir al máximo nivel? ¿Quién es el que decide darles a estos jóvenes la oportunidad de sus vidas cuando no han madurado lo suficiente para brillar? ¿Por qué, si ninguno de ellos ha logrado triunfar en el Bajío, siguen enviándolos aquí a detener su proceso?
Para este Apertura 2019 ya no llegó ninguna joven promesa del Grupo Pachuca, porque la apuesta ha dado un giro. Ahora se apunta a las jóvenes promesas del Guadalajara, y la llegada de Jesús Godínez así lo confirma, aunque por lo menos esa fórmula, con José Juan Macías, ha demostrado que funciona.