La hinchada que mete goles

Minuto 77 del partido. Hay un león expectante pero no herido. Espera en su cueva, oscura, acechada por zorros dispuestos a acabar con él. Cae el empate. 2 goles a 2. La afición ilumina la oscura guarida y el león se limpia las lagañas. No está dispuesto a permitir que lo molesten en su propia guarida.
En la grada, detrás del equipo, el eterno capitán, corazón de León, como en cada final desde hace diez años, influyendo y dando la cara por su querido verde esmeralda. Nacho González, histórico jugador del club, custodiando por miles de voces que se devoran a la hinchada rival. Una parcialidad paralizada por el rugido de una fiera que recobra su esencia, su ímpetu, la mística que lo caracteriza.
Un desconcierto general e invade el área rival. Penal a favor de León. Ahora el animal sale de su guarida y los zorros, antes imbatibles, tiemblan ante el imponente escenario de una legión de miles de panzas verdes, hambrientos, con las ganas afiladas.
Venir dos veces de abajo y no doblarse, suficiente mérito para obtener el tres a dos, resultado que enardece y provoca la locura general. Acá estamos todos unidos, y la ilusión es la misma cada torneo.
La gente le exige a un equipo, con capacidades claras, con ideas establecidas. Porque somos tradición, somos historia, somos los que ya no están y los que vienen en camino a seguir engrandeciendo al glorioso Club León.