Gracias por tantas alegrías
Esa frase se leía en una bandera pintada para la ocasión. "Gracias por tantas alegrías". Es el último mes del año 2013 y la final del futbol mexicano la jugaban León vs América. El juego de ida se ganó por dos goles a cero en casa y el sábado tocaba viajar al Estadio Azteca para cerrar la llave. Pintamos esa bandera mi hermano y yo que en ese entonces viajábamos como "Ultra Verde".
No había pasado mucho tiempo desde que volvíamos del ascenso y que uno de los recuerdos más memorables contra el equipo de coapa era un golazo cortesía de Misael Espinoza en liguilla del 97'. Esa bandera viajó con nosotros y en algún momento intentamos pensar en alguna manera de meterla al estadio, pero para eso primero había que entrar.
Los boletos, recién empezaba la mañana del sábado, alcanzaban los dos mil o tres mil pesos para las zonas populares del Azteca. Pasamos prácticamente todo el día en el estacionamiento del estadio. Ahí comimos, ahí orinamos. Casi llegada la hora de entrar comenzaron a botar los primeros boletos falsos y mucha gente desesperada se quedó sin dinero para comprar una entrada legítima.
La policía amenazó con sacar del estacionamiento a quienes no trajeran boleto. Nos escondimos dentro del camión durante el primer tiempo, y escuchamos el rugido efímero que provocó Boselli con el primero y el ruido ensordecedor con el autogol de Nacho. Al medio tiempo, alguien bajó del camión y encontró a un revendedor con entradas a cien pesos. Lo hicimos esperar hasta que el último de nosotros pasara el torniquete para pagarle.
El segundo tiempo es historia ya contada, y las lágrimas que derramé en la tribuna y que fueron captadas en video por el periódico a.m. me las guardo como el recuerdo más especial al ver por primera vez campeón de liga a mi equipo.
Considero que fue hasta entonces que León volvió a ser León, el que queremos ver hoy en un nuevo capítulo contra los azulcremas y poder demostrar que merecemos el lugar que forjamos durante estos últimos diez años.