Glosario de emociones
De las palabras y su uso, casi siempre, entiendo mucho, pero de su significado, casi siempre, padezco.
Es común que alguna persona cercana acuda a mí con la duda de cualquier palabra nueva y yo, con esa capacidad ambigua, le proporciono más un contexto que una definición.
Por poner un ejemplo, la palabra claudicar, que alude al hecho de rendirse, me sería más sencillo explicar: ¿viste al León en la última media hora de partido?, claudicar es todo lo contrario.
O desasosiego, que es sentirse intranquilo, con falta de calma. Yo le preguntaría: ¿qué sentiste cuando Seattle metió el segundo gol a minutos del final? Eso es el desasosiego.
¿Qué es una procela?, puede preguntar alguien más. Es la manera poética de aludir a la tempestad, a sentir que el cielo se cae y la tierra se desmorona. ¿Cómo lo explicaría yo? Con un patrullero, un avión, un puma, un ángel, y un saiyajin atacando a latigazos y sin piedad el área rival, ellos sienten la procela encima suyo.
Y me encuentro con sitibundo, que no es otra cosa que tener sed, aplicado de una manera literaria, pero para mayor comprensión diría que el equipo que vimos en la segunda parte fue un equipo sitibundo de triunfo, con garra, explosivo.
De cualquier forma, ni las palabras más simples o redundantes son capaces de explicar todo el cúmulo de sentimientos y emociones que vivimos con nuestro primer título internacional.