Este campeonato no es para nosotros
Esta noche el Club León se juega ante el Atlas el noveno campeonato de su historia, y los aficionados esmeraldas estaremos ahí para acompañarlos, para alentarlos y empujarlos a la victoria.
Pero más allá de lo que pase esta noche; más allá del valor de la grada y de la entrega de la afición, los once futbolistas del Club León no deben jugar para nosotros. Los jugadores no deben dejar todo en la cancha por los dementes fanáticos que se les entregarán en cuerpo y alma. No. Ellos deben matarse en el campo pero no por nosotros, sino por los niños.
No es broma. Nosotros, nuestros padres, nuestros abuelos, seguramente vivieron en carne propia dos o tres campeonatos. La mayoría recordamos el título de 1992 con el que cortamos una sequía de 35 años sin títulos. Y después tuvimos que esperar 21 años más para volver a probar las mieles de la gloria en 2013.
Estamos hablando de dos títulos en 56 años. ¿Cuántas generaciones no pasaron entre ambos campeonatos? ¿Cuántos abuelos, padres e hijos se quedaron por el camino en espera de volver a dar la vuelta en el Nou Camp?
Pero desde entonces, desde el 2013 a la fecha, el Club León suma ya tres títulos y está en vísperas del cuarto en menos de diez años. En este relativamente corto periodo de tiempo, la Fiera suma cinco finales de liga, su primera participación histórica en la Copa Libertadores, su primer título internacional, y hasta una final de Copa MX.
Y si los verdes logran derrotar al Rojinegro y consiguen su novena estrella, entonces habrá niños de diez años de edad que habrán visto campeonar al León cuatro veces en su vida, mucho más de lo que muchos abuelos, padres e hijos lograron.
Es por ellos por los que debemos levantar la copa. Son ellos los que se acostumbrarán a ver a su equipo jugando finales y celebrando campeonatos cada navidad. Son ellos los que crecerán sabiendo que León es un equipo ganador y propositivo, y así mismo le exigirán.
Habrán niños de todo México que se harán esmeraldas atraídos primero por los títulos, pero que acabarán enamorados por la tradición, la historia y el orgullo del pueblo verdiblanco.
Porque así como nosotros jugábamos de pequeños a ser Everaldo Begines, o Ailton da Silva, o Missael Espinoza o Luis Alberto Islas, y soñábamos con que nos habíamos salvado y que derrotábamos al América en una final ficticia, ahora los niños crecerán jugando a que son Luis Montes, o Ángel Mena, o Jean Meneses o Rodolfo Cota, y ya no soñarán con salvarse, sino con ganar el Mundial de Clubes ante Cristiano o Messi, y ya no se imaginarán finales ficticias, sino que recordarán cuando su equipo derrotó en la vida real al América en el Azteca.
Ellos serán pasionales e inconformes y pedirán títulos, pero también un estilo atractivo, a lo Matosas, a lo Ambriz, y quien sabe, quizás también a lo Holan. Ellos pedirán a los mejores jugadores del país, pero también pedirán canteranos nacidos en esta tierra para que los representen en el campo del Nuevo Estadio León.
Y si el destino coopera un poco, y si esta generación de héroes nos dura un lustro más para encontrar a sus sustitutos, y si logramos convertir la década de los veintes en la década del Club León, serán los niños de hoy los que llegarán al 2030 y mirarán atrás, y recordarán los diez años legendarios en los que su Fiera se convirtió en el mejor equipo de todo el país.
Y recordarán aquella noche del jueves nueve de diciembre del 2021, cuando todo comenzó con aquella mágica victoria en el Nou Camp...