¿En realidad nos conviene echar a Jorge Bava?
El pasado sábado, entre el triste empate ante Santos, los gritos de “Fuera Bava” y el insípido festejo por el 80 aniversario de la institución, pasó desapercibido un detalle quizás menor: el Club León jugó bien e hizo méritos para ganar.
En medio la evidente crisis, la Fiera de Bava dejó ver al menos su intención de ser un equipo agresivo y avocado al ataque. De eso dejan constancia los 2.43 goles esperados contra los 0.80 del rival, los 25 tiros a gol de los verdes y las cinco atajadas de Carlos Acevedo, según las estadísticas de la plataforma Fotmob.
Y algo parecido ocurrió en el último partido de la Leagues Cup ante Colorado, donde León registró 13 disparos totales, siete de ellos a portería, e hizo brillar al arquero Zack Steffen, que terminó el duelo con seis atajadas.
Es cierto que en medio de una racha de ocho partidos consecutivos sin ganar en todas las competencias, las estadísticas y las formas pasan a un segundo plano, sobre todo en el futbol moderno y resultadista que mueve al balón hoy en día, pero quizás, dejando de lado el coraje y la frustración, el cambio de técnico a medio torneo y en un punto tan crítico de la reestructuración esmeralda no sea la mejor idea.
De entrada, y más allá de esta tímida mejora en la estadística y la forma de juego del equipo, el mayor argumento de Jorge Bava para defender su continuidad es el proyecto a largo plazo. Y es que, para bien o para mal, el Club León decidió hace tres meses darle las llaves del futuro del equipo al entrenador uruguayo.
La eliminación del Clausura 2024 era el momento justo para un cambio de timón en el proyecto a largo plazo llamado Mundial de Clubes 2025, pero en vez de eso, la directiva de Grupo Pachuca y Jesús Martínez Murguía optaron por la continuidad con todo lo que esto implicaba: la reestructuración de la plantilla.
Así, y si bien parece que ya no permitieron que Bava eligiera personalmente los refuerzos, sí le armaron un plantel acorde a su idea futbolística, a su gusto, por lo que luego de 12 bajas y 10 altas (hasta ahora), el equipo es completamente suyo.
Es por eso que el cambio de entrenador no solo significaría decirle adiós a Bava, sino echar por la borda toda la planeación no solo para este torneo, sino prescindir del proyecto rumbo al Mundial de Clubes 2025 y volver a empezar con un nuevo técnico que deberá ajustarse al plantel, y que seguramente tendría que volver a modificar la plantilla en el mercado invernal.
Esto sumado a que la llegada de un nuevo estratega tampoco asegura una mejora inmediata, y ante una plantilla en plena transición, es casi seguro que los problemas del equipo no se resolverán solo con un cambio de nombre en el banquillo.
Sin embargo, y por más que la directiva no quiera tirar por la borda lo construido hasta ahora, la realidad es que esto no es suficiente para sostener a Bava en el cargo. En este punto, el hartazgo de la afición es evidente, y prácticamente ningún proyecto es sostenible sin victorias.
Además, otra de las funciones del charrúa, intencional o no, era servir como imán de las críticas de la afición y desviar la atención de la directiva en medio de esta dolorosa reestructuración, pero ahora, con la partida de dos de las últimas grandes figuras esmeraldas como lo son Federico Viñas y Fidel Ambriz, los seguidores verdiblancos apuntaron ya sus cañones contra Martínez Murguía y el Grupo Pachuca, que dejan a León en segundo o hasta en tercer plano de un proyecto deportivo en el que las prioridades parecen estar en Oviedo y en el estado de Hidalgo.
Al final, todo indica que Bava se juega el puesto este viernes en Tijuana ante unos Xolos en ascenso, pero quizás, si Dios es benevolente y charrúa, y si la Fiera mantiene el buen juego que mostró ante Santos, puedan todavía rescatar este barco y regalarnos una historia de redención nunca antes vista en el Bajío. Y por el bien de una afición golpeada y decepcionada, ojalá que así sea.