El arco más grande del mundo
Minuto setenta y dos. El marcador está empatado y se pita una pena máxima a favor del club local. Ángel Mena, cobrador oficial, se perfila ante la mirada atenta del arquero Luis García. El disparo es desviado por la punta de los guantes, golpea el poste y la pelota queda a merced de un vivaz Fernando Navarro que entre su carrera rápida y su trastabillar, no logra llegar al balón como se antoja y el portero, barriéndose en la línea, golpea la esférica, la manda al otro poste pero para su mala fortuna, la redonda le queda placer al hasta ese momento villano que había errado el penal, que sólo tiene que empujar ante el esfuerzo sobrehumano del guardameta vencido. ¿El arco más grande del mundo es nuestro?
Pensar en el arco más grande del mundo es hablar, por ejemplo, de las palabras de los porteros del Club Atlético River Plate, quienes generación tras generación han confirmado que pararse bajo los tres palos del Monumental es la responsabilidad más grande de todas. Seguramente en alguna otra parte del mundo piensen lo mismo de su equipo, de sus porterías, de sus arqueros. Infundir el terror a los rivales, y a los propios jugadores haciéndoles entender el cargo que llevan consigo es una presión constante dentro del futbol.
Tuve la dicha de formar parte de las fuerzas básicas del Club León hace aproximadamente quince o dieciséis años, cuando era un pequeño que cursaba la escuela primaria. Nuestro campo de entrenamiento era la cancha del Nou Camp, y no puedo tener un recuerdo más hermoso que ese: un niño de nueve años, yendo a practicar a la cancha donde su equipo juega; encontrar las sobras del gatorade, los rollos de papel que la hinchada lanzaba tendidos sobre el campo y mi padre y un par de amigos viéndome desde la tribuna.
Fue poco el tiempo que duró y si hay algo que no puedo olvidar hasta el día de hoy fue aquella tarde donde, en una cascarita, uno de los profes, quizá Chavicos Enriquez, tira un centro pasado a segundo poste, y un pequeño Missael cabecea la pelota desinflada hacia el interior de un arco inmenso. Hasta el día de hoy, siendo ahora portero amateur, nunca me he parado bajo una portería más grande ni he sentido la inmensidad de poder fallar un gol, o lo contrario, no atajar una pelota.
Con nombres como “La Tota” Carbajal, Darío Miranda, Comizzo, “Chato” Ferreira y otros más, no me parece descabellado pensar en que sí, en que tenemos, al menos, uno de los arcos más grandes del mundo.