"De grande quiero ser como Luis Montes"
Los niños salen al patio. El pequeño Santiago ha traído el nuevo balón que le ha regalado su tío, y pretende presumirlo ante sus amigos del colegio. Llama a sus compañeros, y en un par de minutos, se han congregado en la pequeña cancha de tierra todos los Matías, los Julios, los Pedros y los Antonios de su generación.
Santiago elige un equipo, porque es el dueño del esférico, y uno de los Matías, desde entonces orgulloso y valiente, da un paso al frente para elegir a los contrarios. Eligen uno por uno, y casi por selección natural, los buenos se van primero, y al final quedan los que juegan más por diversión que por capacidad.
Entonces, cuando los equipos están listos y el balón está a punto de rodar, Santiago revela su arma secreta para decretar el destino del encuentro: 'Yo soy el 'Chapo' Montes', grita de manera altanera para que lo escuchen todos. Se ha adjudicado el nombre del diez, su ídolo de toda la vida, y solo con eso ya tiene el partido asegurado.
Esto es lo que ha logrado Luis Montes luego de nueve años al servicio del Club León. El diez de la Fiera se ha convertido en el ídolo de niños y adultos, en el modelo a seguir, en el líder incuestionable de un equipo de época.
Y no ha sido fácil. Desde su irrupción en la Liga de Ascenso, el 'Chapo' nunca ha dejado de crecer. Surgió como volante por izquierda, pero el arte de la pausa y la asistencia lo empujó con los años al centro del campo, detrás de los delanteros, en ese prado hermoso que solo les pertenece a los talentosos.
Desde ahí nos dio dos títulos de liga consecutivos y le alcanzó para casi ir a un mundial. Entonces se rompió la pierna, y tuvo que superar el trauma físico y psicológico de lo que pudo haber pasado en Brasil.
Pero nunca se dio por vencido. El 'Chapo' se recuperó y volvió para liderar al equipo con su inteligencia y picardía. Luego de el bicampeonato, Luis Montes fue uno de los pilares sobre los que se sostuvo el Club León en épocas de vacas flacas. Pero los aficionados nos equivocamos, nos acostumbramos a sus buenos partidos y sus desbordes. Dejamos de sorprendernos, y algunos (pobres de nosotros) llegamos a pedir un recambio, porque creímos ilusamente que su ciclo ya había terminado.
Pero entonces llegó Ignacio Ambriz a enderezar el rumbo, y vio algo en Luis Montes que nadie más había visto. Lo retrasó aún más hasta la media cancha, donde le daría equilibrio a todo el juego del León, y donde explotaría como nunca antes su nivel de genio.
Hoy, con 34 años cumplidos y tras renunciar a la selección, es el mejor futbolista de toda la Liga MX. Mientras todos los demás juegan con sueldos millonarios y sueños de grandeza en sus cabezas, el 'Chapo' Montes juega con libertad y poesía, como si no estuviera en la primera división mexicana, sino en el patio de su colegio.
Hoy su fútbol ha evolucionado y ha sobrepasado todos los límites que alguna vez creímos que alcanzaría. Hoy es el capitán y el ídolo de todos los leoneses, y por eso todos los niños responden con su nombre cuando sus padres les preguntan qué es lo que quieren ser de grandes.
Por eso el pequeño Santiago pidió su nombre antes de comenzar el partido en el recreo, y desató una guerra civil, porque de inmediato Matías le respondió: 'No, nosotros somos el León, y yo soy Luis Montes'. Y los Julios y los Pedros y los Antonios también quisieron ser el 'Chapo', y llevar a sus equipos a la gloria de la victoria y el campeonato, y se desató una campal de jalones y rasguños porque todos soñaban con ser Luis Montes en el centro del campo con el diez en la espalda.
Y ya no se jugó ningún partido porque un Antonio le pegó a un Pedro y lo hizo llorar, y la maestra castigó el nuevo balón de Santiago. Pero la siguiente semana Santiago volverá a intentar ser el 'Chapo' Montes en el receso, y también la siguiente semana, y la siguiente, y la siguiente.
Y quizás, si nunca abandona su sueño inocente y nunca deja de trabajar, podrá plantarse en el centro del campo del Nuevo Estadio León, con el diez en su espalda, y jugando como lo hacía en el patio de su colegio...