Chapito

En mi memoria no caben más que momentos gratos por recordar. Ese caminar particular, arrastrando las piernas, mascando chicle. Esa silueta, casi una forma que quienes acostumbramos a ver el juego desde lo más alto del estadio apenas percibimos pero sabemos distinguir, gracias a tus movimientos con la pelota en los pies.

En mi corazón no cabe más que agradecimiento por haber estado casi trece años de tu vida jugando en la misma cancha frente a tu misma gente. Festejando goles con el mismo escudo y celebrando siempre frente a la misma grada. Usando el mismo número, portando la misma cinta, siendo el mismo capitán.

En mi cabeza no caben razonamientos. Porque, como cualquiera, eres una persona. Pero para mí, como para muchos, eres un superhéroe, de raza saiyajin. Para otros, el último diez, esa popular frase en el mundo del futbol que hace honor a aquel jugador con magia en los botines, que no tiene comparación, que se antoja irremplazable.

En mi imaginario futbolístico no cabe otro. Podrán nombrarme mil jugadores más, pero yo solo puedo opinar de los que en vivo vi jugar. Detrás de una pantalla hay una ventana para ver futbol de cien años atrás en la historia, pero yo me quedo con aquellos pocos a los que vi sudar frente a mis ojos; tú eres el mejor de ellos.

En mis juicios no cabe un solo reproche. Otro gran diez lo dijo: “solo les pido que me dejen vivir mi propia vida. Yo nunca quise ser un ejemplo”. Y no había que serlo. Con la pelota en los pies hablaste siempre, nos callaste a nosotros. 

En mi equipo no cabe otro diez. No hay nadie con esa gambeta, esa pegada, esa manera de pisar la bocha. Nadie llenará ese lugar. 

Pero sobre todo, en mis palabras no cabe este sentimiento de vacío que dejas. Con tu partida, termina una era histórica, la mejor etapa de mi vida futbolísticamente hablando. Cumpliste todos mis deseos de niño, cuando comencé a ser un aficionado fiel que soñaba ver a su equipo ascender, salir campeón, hacer ruido fuera del país. No se puede pedir más.

Gracias Luis Arturo Montes Jiménez, gracias por tantas alegrías.