Cabeza fría, pero no alta

El Club León tenía un escenario muy favorable para avanzar a la siguiente ronda en la Liga de Campeones de CONCACAF. Una ventaja de dos goles contra un rival endeble en defensa, aderezado con el factor del gol de visitante a favor del cuadro esmeralda, ponían la vuelta muy de cara como para fallar en el duelo directo con LAFC. Pese, a ello se falló. Un resultado que tiene varios campos de análisis.
Análisis táctico
Bob Bradley demostró que la ida fue un proceso totalmente de aprendizaje para su escuadra. Los angelinos no renunciaron a su 4-3-3, si bien los roles de Vela y Rossi cambiaron con respecto al duelo en tierra mexicana. Ambos conservaron libertad para moverse en el frente de ataque, pero arrancando de sus posiciones naturales, el uruguayo desde la de centro delantero y el mexicano desde la banda derecha.
El movimiento ganador para los locales fue la creación de un embudo que atascó totalmente a los verdiblancos y fungía después como cámara de disparo para lanzar contragolpes. Con los laterales muy pendientes de los extremos verdes, los americanos obligaron al equipo de Ambriz a progresar por dentro, donde los ahogaban con tres centrocampistas más ayudas de defensores o atacantes según el caso.
Una y otra vez se estrelló el Club León sin que eso fuera lo peor del balance de juego en su contra. Lo verdaderamente grave era que a diferencia de la ida, Bradley planteó un juego sumamente eléctrico, que combinaba verticalidad con velocidad en el pase de balón. Nada más recuperar, Los Ángeles Football Club no pretendía organizarse a través de la pelota, sino que saltaba directamente con Carlos Vela principalmente o Brian Rodríguez y Rossi si resultaban ser una mejor opción.
A los pupilos de Nacho Ambriz les perjudicó intentar hacer su juego habitual en el Banc of California Stadium, paradójicamente tratar de tener la posesión los llevó a perder la pelota en el atasco del centro del campo y al perder la pelota en una zona más cercana a su portería de lo habitual, la defensa se encontraba entonces en un mano a mano corriendo contra su propia puerta.
La situación debió ser reconducida por Ambriz, pero desde la banca no llegó el golpe de timón acorde a la importancia del juego. Apenas el sábado, La Fiera dio un gran encuentro desde la defensa en campo propio, cercanía de líneas y ataque de espacios. Paralizado, el estratega esmeralda perdió claramente la batalla táctica contra su par estadounidense.
¿Se preparó el club para afrontar la Concachampions?
Tras el bicampeonato, la directiva esmeralda, encabezada por Jesús Martínez hijo estuvo haciendo una inversión fuerte por temporada como mínimo para traer un gran jugador. Pero esfuerzos como el hecho por Maxi Moralez o Alexander Mejía quedaron en nada por causas ajenas a la institución. La verdad es que las criticas en dicho periodo fueron injustas. El esfuerzo estuvo, pero no se reflejaba.
Se dio una de las curiosas ironías del destino cuando el anuncio del nuevo estadio y la necesaria reestructuración financiera (menos gasto en jugadores) para afrontar el proyecto, coincidió con que al juntar pedacería salió un equipo histórico. El torneo de la racha de doce victorias y una final certificó la participación esmeralda en un torneo internacional. Pero la directiva asumió el reto manteniendo el bajo perfil.
Se reforzó el área que costó el título con las llegadas de Sosa y Ramos, que fueron oportunidades de mercado. Al transcurrir el semestre se percibió que la zaga bajaba el nivel y que las lesiones mermaban al equipo. La salida de Macías supuso una baja importante más que por cuota goleadora, por afectar la continuidad del sistema de Ambriz.
Pero la directiva no hizo un esfuerzo por reforzar realmente al equipo pensando en trascender internacionalmente. Una decisión que denota cabeza fría pero que no permite salir con la cabeza en alto. El juego del equipo iba a la baja y se quedaba sin soluciones, perdía gol y en años recientes decepcionaba en el plano continental. Asumir un golpe económico y fiarlo a un partido no era prudente. Así fue y así sucedió.
La continuidad de Ambriz
Ignacio Ambriz es un entrenador respetado y experimentado que tiene, como la mayoría de su gremio, sus cositas. La regla de la expulsión extra, por ejemplo. Alguna declaración ajena a la realidad por otro lado. Pero tenía ya dos copas en su palmarés, una precisamente de CONCACAF, y su León desempeñaba el mejor fútbol que había logrado crear en su carrera.
El equipo de Nacho se ha ido deteriorando a nivel colectivo e individual. Ha perdido automatismos a los que sus jugadores pudieran agarrarse cuando no estaban a su máximo. Se ha ganado su continuidad por este semestre, pero al final del torneo, salvo título de liga, Jesús Martínez tendrá que preguntarse si el volver a estar peleando arriba se debe a que la providencia le envió una plantilla histórica o a que la mano de Ambriz le dio alma a al cuerpo de buen equipo.