Apostarlo todo a James Rodríguez

30 Jan, 2025
james rodriguez club leon
Club León

El pasado domingo 26 de enero, el Rayo Vallecano derrotó por 2-1 al Girona en La Liga, resultado que dejó al cuadro madrileño en el séptimo puesto de la clasificación y rasguñando puestos que dan acceso a Europa; un objetivo que, si se concreta al final de la temporada, sería un hito histórico para la tercera plantilla más barata de toda la primera división española.

Pero el camino no ha sido fácil. El año pasado, el Rayo terminó en la posición 17, apenas un lugar por encima del descenso, y su técnico, Iñigo Pérez, parecía arrancar el curso actual en la cuerda floja. Sin embargo, para evitar los dramas de la campaña anterior, el presidente del equipo, Raúl Martín Presa, decidió dar un golpe de autoridad en el mercado de verano y fichó a una estrella mundial: James Rodríguez.

El colombiano aterrizó en Vallecas con la misión de liderar el proyecto y llevar al Rayo a nuevos horizantes, y con algo de suerte, a competiciones europeas.

Pero Iñigo Pérez había entendido desde hacía mucho tiempo atrás que el Rayo Vallecano de Madrid no necesitaba una estrella, sino que necesitaba algo mucho más terrenal: voluntad, entrega y sacrificio. James, un diez al uso, puede ser uno de los futbolistas más talentosos de la última década, pero lo que nunca fue ni será es un obrero.

Lo suyo no es el sacrificio, sino el ritmo; no es la voluntad, sino el talento; no es la presión, sino la fluidez.

Entonces, pese a la millonaria inversión en su fichaje y la fuerte presión mediática proveniente principalmente de Colombia, decidió prescindir de su estrella. En la primera mitad del campeonato, lo puso a jugar seis veces en liga, pero sólo una como titular. Podía ser el futbolista más diferencial de su plantilla, pero no era el que necesitaba.

Sin titubear, y pese a las puteadas que lo señalaban como técnico timorato e incapaz de gestionar a una estrella mundial en su plantilla, Iñigo no cedió a la presión, porque ya había entendido lo que explica el periodista Miguel Quintana: que en el Rayo “el individuo nunca puede estar por encima del grupo. El jugador brillará a partir del equipo, no el equipo a partir del jugador”.

Así que James decidió buscar un nuevo destino en el que sí apreciaran su zurda dorada. Peinó el mercado mundial, hubo propuestas para su regreso a casa, tanto a Colombia como a Argentina, donde primero se le vio brillar, pero las desechó todas para venir a León.

En el Bajío, y cómo era de esperarse para un fichaje de su magnitud, el equipo quedó a sus pies. La directiva trazó junto a Eduardo Berizzo un plan para modificar la plantilla y arropar a la que sería su nueva estrella.

Rearmaron el plantel deshaciendose de algunos de los mejores futbolistas del torneo pasado, como Diego Hérnández o Luciano Cabral, y trajeron contenciones y extremos que le dejaran a James el hueco perfecto en el centro del campo donde podría expresarse cada semana como mejor le gusta: con el pase y la clarividencia.

Y la estrategia dio resultado: tres partidos, tres victorias y James como el gran director de una orquesta esmeralda conformada para su deleite. Es el jugador-sistema.

Pero el problema de este tipo de estrategias es que toda la estructura se sostiene sobre un sólo naipe, y si este se retira, todo el castillo se derrumba.

El futbol mundial nos acaba de dar una muestra de lo drástico que pueden llegar a ser estos casos con la caída del Manchester City, que tras dominar Europa y ganarlo todo, colapsó este año con la lesión de un único jugador en el que basaba el equilibrio de su juego: Rodrigo Hernández.

En León, no podemos obviar la realidad de que el equipo apostó todo a James Rodríguez. Desde el aspecto económico hasta el deportivo, el futuro del Club León depende del accionar de su estrella colombiana, y todo podría colapsar cuando él se ausente.

Pero ese es quizás el riesgo que se debe tomar para intentar dar un paso adelante. En España, el Rayo y su entrenador tenían clara su idea de juego y su filosofía: son un equipo coral, de intensidad y sacrificio. En León, por el contrario, llevamos años a la deriva, intentando encontrar un grupo de jugadores y un estilo de juego que nos devuelva la competitividad, pero entre bandazos de entrenadores y futbolistas, nuestra única certeza era la incertidumbre.

Hoy, para bien y para mal, James se convirtió en esa certeza. La estrategia, como ya confesaron varios futbolistas verdiblancos, es darle la pelota al diez y dejar que el inventor invente.

Y para nada es algo negativo, sino que es simplemente una decisión: un equipo en México pone todas sus fichas en un jugador, y otro en España lo arriesga todo en su sistema. Así que ya sólo queda ver en junio cuál de los dos tenía la apuesta ganadora.

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